Partes y me partes una parte,
gajo desgajado con tus manos
dulce es el zumo de sangre
cuando la fruta está seca,
marchitas las hojas del árbol
como cuando el rio se aleja
y tu permaneces impávida
como gran montaña, quieta,
pues realmente no te mueves
ser mutilado, sin alma ni piernas.
Quedas y solo queda lo que no das,
y no ofreces porque no tienes
y no posees nada que pueda necesitar,
las piedras preciosas que me obsequias,
son solo eso, simples cantos de guijarros
de un destellante y anodino gris marengo,
desgastados de no tener ningún uso
en la orilla de una seca playa sin mar.
Y así paso los días, inmovil, dejándome llevar
observando que una vez más nada pasa
sin darme cuenta que es una cruel mentira
pues tú has cruzado por frente mía,
como aire frio sin nada que decir
sin mover un solo musculo,
un sprint a toda prisa
coro de almas en pena,
letras que nadie quiere escuchar.
Quedamos difuminados
hasta que no se nos pueda ver
en un espacio infinito
cometas que se cruzan
cada una eternidad,
intrascendente
es el encuentro,
luto escuálido y banal
de un adiós eterno
por todos los que se han ido,
coge tu parte, vete ya...