sábado, 26 de septiembre de 2020

EL SER HUMANO

 

sin nadie - enviarte.wordpress.com


Amanece que no es poco

por el este o por el oeste,

que más da,

barriendo lo invisible

mostrando lo que existe,

calles ausentes,

aves en el cielo,

ladrillos en el aire

 

¿Dónde está el barullo?

¿dónde está la gente?

 

Y el mar surte a los ríos,

y la piedra vuelve a la tierra,

y las plantas se mueven,

y los ciervos permanecen

en el gris asfalto,

solo se escucha silencio

sin tímpanos, ni martillos.

 

Reina la ausencia de nadie,

triángulo isósceles

roto por su lado más corto,

quedando vacío de contenido,

algo tan nimio e insignificante,

algo invisible y maravilloso

ha limpiado al virus, 

el ser humano.

sábado, 19 de septiembre de 2020

HABERTE QUERIDO

 

Grete Stern

No me cunde el tiempo

sí he de soñarte

y estar siempre a tu lado,

pues nada es suficiente

para llenarme de ti.

 

No moro en tus adentros,

ni vivo si no te observo,

padezco sino te siento,

pánico el poder olvidarte

por eso siempre te rondo.

 

Terror a jugar con Cronos,

tortura del mascullar con miedo,

la posibilidad de no haberte conocido

de una vida sinsentido

la de no vivir contigo.

 

Por eso no pienso en nada,

que todo pasa deprisa

y yo lo disfruto despacio,

paradojas de pasar por la vida

con un único fin,

el haberte querido…

domingo, 13 de septiembre de 2020

SIN ROSTRO

 

Fatal Error - Sammy Slabbink

Observo el desconcierto de una sonrisa perdida

fachada deslucida sin carne,

muerte al poder hablar en silencio,

cruel destierro el no verte.

 

Mi pasión anda por los suelos

pues azul es el cielo,

es el mar por donde navego,

es la libertad que no tengo

del poder observarte,

absorto a tu bello rostro

que ya no recuerdo

empiezo a olvidarte.

 

Poderoso el poder casi divino,

pues Dios ha muerto

o se ha ido

ya no hay a quien rogar,

que seamos los de antes

los de la eterna sonrisa

blancos centinelas

de tu roja rosa

de tu piel dulce y suave.

 

Te veo y no me dices nada

y es que cariño mío

no concibo un mundo

donde esté frente a ti

y solo vea tus ojos,

en muda y callada cara.

 

 

 

 

domingo, 6 de septiembre de 2020

EL AMOR Y EL LABERINTO

 

Alberto Pancorbo


Despierto otra vez aturdido, extrañas pesadillas sin sentido me tienen agobiado, sentado al borde de la cama intentó recomponer las imágenes esparcidas en mi mente como piezas de un rompe cabezas, no sé si el final del sueño que acabo de tener es realmente el inicio del mismo.

Me levanto quiero salir a tomar el aire, salgo del cuarto, sigo por el pasillo, empujo la puerta de la calle y entro en mi cuarto, me acerco de nuevo a la cama y me siento sobre sabanas blancas, absurdamente estoy de nuevo en el mismo sitio.

Me incorporo por segunda vez, salgo de mis aposentos y ahí estaba otra vez sentado en mi lecho, recién levantado, la desazón aumentaba pues dudo estar despierto o dentro de un mal sueño, me calmo y procuro no ponerme nervioso, repito la acción, abro la puerta salgo y me acerco de nuevo a mi cama sentándome en ella, me encontraba de nuevo al principio.

Me despierto, me reincorporo, estaba empapado en frío sudor, no entiendo nada de lo que acontece, por mucho que intento buscar una salida al sueño que me  atormenta vuelvo al inicio o despierto en la cama. Giro la cabeza y en la pared no hay ventanas donde ver el exterior, me levanto de nuevo y cuando iba a coger el pomo de salida observo que me encuentro frente a la puerta de mi cuarto, con sigilo doy un paso atrás y quedó en medio del largo pasillo, una solitaria lagrima recorre mi cara, estaba aturdido, sin saber que hacer.

Lentamente comencé a deshacer el camino andado, seguí avanzando rumbo al exterior e incomprensiblemente llegue otra vez  frente a la puerta de  mi dormitorio, el pánico se apoderó de mí y entré con violencia quedando de nuevo en medio del pasillo, el corazón me iba a salir por la boca, me estaba volviendo loco, todo era un bucle extraño, un laberinto que me llevaba inexplicablemente a los mismos sitios, me di la vuelta, la puerta estaba abierta y observe que al otro lado estaba el pasillo, no tenía ninguna lógica, no podía ver el pasillo pues yo estaba en el pasillo, así que de nuevo atravesé ese extraño umbral, ese cruce de caminos que me llevaba siempre al mismo sitio y allí estaba sentado otra vez en la cama, recién levantado, estaba claro que fuese lo que fuese que estuviera pasando no quería que dejase el dormitorio, era el centro de un laberinto del que quería salir y no podía, como si nada hubiese ocurrido, como si siguiese atrapado en la misma pesadilla, intenté sosegarme y lentamente me volví a tumbar en ese incomodo colchón sin saber que hacer…

Abrí los ojos y a mi vera estaba mi amada Arianna me miraba, posó su dedo índice en mis labios y me tendió la mano, me incorporé  y atravesé la puerta, todo era silencio y penumbra, estábamos en el pasillo, lo recorrimos lentamente llegamos al final y ella delicadamente abrió la puerta al exterior, ¡por fin era libre!, la abracé con todas mis fuerzas la besé con pasión, ella me separó y con una bella sonrisa me dijo:

-hemos salido del laberinto que te atormenta para entrar en el otro lado del laberinto, por eso yo te digo que lo disfrutes, purifícate en sus dilemas, no le busques sentido a lo que no lo tiene, sigue a tu corazón pues te guiará por el camino correcto, yo tan solo te muestro uno de los senderos, tu laberinto es en sí un misterio sin solución, no es un problema, tanto te has refugiado en su  centro que hasta ahora no has visto que está vacío y que la salida está en todas partes y en ninguna, ves en mi una manera de fugarte y yo solo soy una mujer...

- Oh Arianna eres la luz en el camino, faro que me guía a través de la oscuridad y la penumbra, hilo conductor de mi vida, contigo no tendré miedo a perderme, ni a mis miedos y obsesiones, quiero tu compañía eterna porque sé que siempre me cogerás de la mano cuando te necesite y me llevarás rumbo a tu bello laberinto- la contesté emocionado mientras me fundía con ella en un eterno abrazo.

-Te amo Arianna mi salvadora, mi heroína.

Arianna abbandonata - Gustave Moreau



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