sábado, 30 de marzo de 2019

LA GATA

Vladimir Dunjic - Gata

Soñaba dormido que estaba despierto,
la noche en silencio cubría mis sueños,
el negro vacío de mi subconsciente,
navego en mi mente, el gran laberinto,
y algo allá a lo lejos comenzó a turbarme,
sonidos extraños, sonidos agudos,
sirenas cantando su triste condena,
mujeres llorando por largas ausencias,
penar de penas, llorar gritando,
dolor eterno de almas sin cuerpo
y mis sueños se van mezclando
y voy cogiendo consciencia,
todo está oscuro,
abrazado por la humeda bruma.

Silencio, la noche callada.
entonces oigo gritos y despierto,
son gatas en celo, gatas maullando,
quedo tranquilo, abro mis ojos,
todo ha sido un sueño
y en el silencio oigo mi nombre,
y el miedo me invade,
salgo al balcón y en medio de la calle
allí está mirándome,
sus grandes ojos me observan,
me vigilan, me espían,
entonces de nuevo grita mi nombre
y una frase inteligible le acompaña:

“¡déjalo ya!, déjalo ya!”,

sus palabras me atraviesan
como hierro candente.

Si realmente estoy despierto,
quiero volver a estar dormido,
que es mejor la ensoñación
que la tortura que estoy sufriendo,
poco a poco se van sumando más voces,
mi inconsciente herido de muerte,
mi consciencia sangrando
y  la gata me mira y sigue gritando:

“¡quiero marchar, déjame ir!”,

miro a los lados y son varias voces,
tal vez tres o cuatro, tal vez cientos,
todos dormidos y yo despierto que observo
que miles de gatos invaden la calle,
el suelo se convierte en  masa
moviéndose como mar bravo
y la brisa me obliga a sujetarme
y allá en medio de la calle la gata me mira
e  hiere de nuevo mi alma
repitiendo una y otra vez:

“¡el pasado es mío, el futuro tuyo!”.

Una arcada del alma me hace gritar
¡y te llamo desconsoladamente!
¡Y todos los gatos también
comienzan a maullar tu nombre!

Mis lágrimas caen lentamente
y cuando la primera llega al suelo,
todo cambia y vuelve  la realidad
todo en calma, la calle vacía,
ni un ruido, ni un nada,
el dolor ya no está, se ha ido,
vuelvo a la cama, me tapo y la miro,
allí está ella, pura belleza
abre sus ojos y me mira
sus labios me lanzan un beso,
entonces la gata grita de nuevo mi nombre…

Solo en la cama, por primera vez tranquilo,
cierro los ojos
despierto soñando que estaba contigo
y las gatas de nuevo maullando,
gritos que se convierten en cantos
música del cielo,
nereidas, sirenas y musas
rompen sus cadenas,
que mi puro egoísmo creó
que las tenía a mí atada,
marchan con ella cantando.

Y la gata baja la vista
y en sepulcral silencio
desparece en la noche,
queda todo tranquilo.

Y a los pies de mi cama
mi gata dormida
¡mi amor!
como a ti te gustaba…





domingo, 24 de marzo de 2019

CAMINO EXTRAÑO




Me dices que mi pluma es ácida,
escritos en tonalidad gris,
que no hay color en lo que digo,
que miro hacia lo oscuro,
que tus ojos no quieren leerme,
que rehuyes mis poemas,
que están malditos,
pues en ellos lees tus pensamientos,
aquellos, los mas íntimos, 
los que no cuentas a nadie,
que te dan miedo mis palabras,
pues dices que no me entiendes,
lo que realmente tu has escrito.

Y aun escribiendo sin tinta,
los colores los pone uno,
en lienzo de blanco marfil
que mis palabras te acompañan,
pero el camino lo haces tú
que senderos al infierno hay mil
y  hacia el cielo también,
que lo que tú y yo sabemos
es un atajo hacia el averno
que nos ha susurrado el diablo,
que observamos fascinados
que yo escribo a diario
y que tu rehuyes por pánico.



.

sábado, 16 de marzo de 2019

EL DIOS TORNILLO


Orgulloso y erguido
ahí estas tú siempre
señalando al vacío
en color de bella plata.

Camino enroscado
directo busca el cielo,
cabeza pensante
por donde yo te giro.

Entras sin piedad
en el hierro, la madera,
penetras en la débil carne,
abriendo el único camino.

Te compran sin sentimiento,
te guardan sin ningún respeto,
y allí yacéis todos juntos
esperando hacer la unión perfecta.

Alabado seas o tú tornillo
símbolo fálico por excelencia,
viola nuestras conciencias,
penitencia, el dolor que generas.

Pongamos algo tan grande
encima de un gran altar
junto Whitworth y Arquímedes
grandes dioses de la ciencia…


A Javi y Fran, maestres tornilleros

viernes, 8 de marzo de 2019

TREN DE CERCANÍAS



Ojos rojos inyectados en sangre, luces tras el cristal indican movimiento, esas luminiscencias a veces naranjas otras blancas, cerca, lejos, de izquierda a derecha como si un loco hipnotizador estuviera frente a nosotros con un péndulo intentando dejarnos sin conciencia, ese traqueteo que te hace inclinarte levemente hacia la izquierda, derecha, hacia atrás, hacia delante, como si una madre loca estuviera moviendo levemente nuestra cuna, compulsivamente, este movimiento que mantiene el cuerpo en tensión para no perder nunca el centro de gravedad, ese mecer de cuna que te hace entrar en una modorra insufrible, ese traquetear soporífero como canción de cuna antigua de letra absurda, empalagosa, repetitiva, voces en un idioma inteligible que nos hablan de la lucha entre la muerte y la vida, una batalla entre el mal y el bien, una guerra entre el consciente y el inconsciente.

Y poco a poco entramos en nosotros mismos por la puerta del agotamiento, nuestro cerebro se desconecta lentamente, entra en negro, saliendo del mundo real como si hubiera dejado de existir, como si ya nada importara y de repente caemos a un inmenso precipicio, abrimos los ojos  y con la mano nos agarramos al frío soporte y evitamos así caer de bruces del asiento del tren de cercanías.

Sin nada en que pensar, con la mente en blanco nuestros ojos humedecidos quedan abiertos, en frente una multitud de personas, muertos vivientes, rostros sin expresión, pieles mortecinas maquilladas por fluorescentes de vagón, todos gritan su agotamiento en un silencio sepulcral, los que están sentados  leen, duermen, miran a la nada absoluta, evitan las miradas de los otros, los que están en pie se aprietan los unos contra los otros, sin tocarse, moviéndose extrañamente, como árboles en la noche al son de una leve brisa.

Un televisor en lo alto del medio del vagón muestra insultantemente una familia feliz desayunando y riendo alrededor de una mesa llena de exquisiteces, desayuno impensable, mesa imposible, familia improbable, todo una gran mentira, un restregar de una vida que nunca llegaré a tener y vuelta a esas luces sobre fondo negro, ese sonido de fondo penetrante del metal contra el metal, como el ritmo que imponía el esclavo con un gran tambor en una inmensa galera, donde los remeros son los pasajeros del tren de cercanías, que reman agotados, pero no con su cuerpo, con su mente.

Y de repente una voz suave, sin sentimiento, una voz conocida, de alguien sin cara, sin cuerpo, una voz sin alma, un susurro que esperas, una voz de mando te avisa que has llegado a tu destino, que rondas tu morada y hace que te levantes, último esfuerzo, como guerrero te armas y entablas tu última lucha con la sociedad, te enfrentas a una masa de gente que impide tu paso, que no quiere que salgas de la oruga donde estas metido, que quiere que deambules eternamente por raíles que no llevan a ninguna parte, que odia que bajes antes que ellos, que anhela el aire fresco que vas a respirar en breve, que quiere también salir de ahí.

Y por fin sales de esa prisión diaria, cadena perpetua, solo en la calle, tu cuerpo empequeñecido por la falta de espacio se agranda, se esponja, respiras y caminas despacio, no piensas en nada, tocas las llaves de casa que llevas en el bolsillo y lees tu destino, cenar, ducharse y acostarse y seguir durmiendo, que ya casi es el día siguiente, que parece que es mañana y que estoy llegando de nuevo a casa.

domingo, 3 de marzo de 2019

LA COSA

A.Amirkhanov- ilustración novela "cuentos terribles" de Vasily Tikhov 



E iba la cosa  buscando su presa,
para saciar su dolor
necesitaba abandonar su nido,
que veía sucio y triste,
para ensuciar y destruir el de otros,
necesitaba ser querida y matar de amor,
porque no sentía nada,
porque era un cadáver vivo.

El mal se alimenta del bien.

No se puede ir por la vida
como el que no quiere la cosa,
pues el mal está al acecho
y como arácnido asesino
te atrapa y te extirpa el espíritu,
te arranca tu esencia,
vive de tu sufrimiento,
para que al final
cuando estés hecho un despojo,
te deje tirado, en vida muerta.

El mal ama al mal.

Y la cosa seguirá su camino
en plena libertad, presa de sí misma,
pues allá donde vaya
se encontrará siempre,
es la maldición del espejo,
saciándose de extraños,
agrandando su agujero
hasta que se hunda en sus penas,
la de estar profundamente sola,
en la peor de las prisiones
la cárcel de uno mismo,
así son las cosas.

El mal es infinito.



EL POPULISMO