domingo, 24 de noviembre de 2019

FIEBRES DE OTOÑO

Leonora Carrintong - Angels

Sangre que quedas perturbada por tu ausencia,
atrapada en una maraña de venas ordenadas,
María sangrienta, coctel de mi corazón,
es el otoño que ha llegado a desordenar mi casa.

Es la zozobra del no tenerte cerca, ni lejos,
es la angustia de no poder respirarte,
es el agotamiento físico, el derrumbe personal,
es un calor que me agobia, me mata.

Sé que algún día serás quien me abras las puertas,
que me lleve a mi infierno, haciéndome reposar,
será mi maestro de ceremonias,
será el que me ha de acompañar.

Postrado me encuentro sin ánimos de nada,
viendo pasar el frío gélido por mi interior,
lucho contra mi cuerpo desnudo, sin alma,
es mi punto débil, ha sido y será.

Pero según avanza el tiempo, la edad, todo es diferente,
los sueños son más profundos, las olas gigantes,
y uno ya no lucha como antes, se deja un poco llevar
por la dulce corriente de la vida hasta dejar de una vez por todas la puta monotonía del remar…

domingo, 17 de noviembre de 2019

VIRGEN PAPEL

Ralph Steadman - Sigmund Freud



Virgen papel que estás en mi mente,
te miro y te veo y no dices nada
permaneces inerte, tan solo una hoja,
plana, lisa inmaculada, blanca.

Bolígrafo en mano, toca la punta,
acaricia la mesa pues tan solo calla,
grafito pausado desde la mina
pronto a manchar tu blanco divino.

Y dentro de mí caldeo la idea,
pequeño ser que alimenta la angustia
que da forma a mis sentimientos,
que es expulsar el demonio que llevo dentro.

Y el negro carbón ensucia la hoja
transcribo al papel ideas abstractas
difícil trabajo escribir lo que siento,
inútil misión que alguien me entienda.

Dentro de mí le siento, estoy poseído,
por ser un inconformista
por no comulgar con nada
y no estar de acuerdo con nadie.

Triste papel desvirgado
sangre negra que cubre tu cara
ahora que dices algo, no te entiendo,
son mis ideas negras sobre blanco impoluto.

domingo, 10 de noviembre de 2019

APOCALIPSIS PERSONAL

Y el quinto Ángel tocó la trompeta: y vi una estrella caer del cielo sobre la tierra, y a él se le dio la llave del pozo sin fondo (Apoc: 9 - V: 1-11) - en el Beatus de Facunda


Tocan las trompetas del apocalipsis personal,
es el fin de un árido recorrido por mi consciencia,
es el inicio de la salida de unas lluvias torrenciales,
es el punto intermedio entre lo acaecido y lo que acaecerá.

Es la séptima trompeta que resurge con fuerza,
es la melodía de la cornucopia de la gran Tyche,
sonido suave y bello, cálido y frío,
amanecer de nuevos tiempos, despertar de turbios sueños.

Es el Guadalquivir desbordado en Tartesos
es el acabose de una civilización mágica,
es el nacimiento de una ciudad mariana,
es la muerte de la Diosa tierra y el surgir de una Virgen.

Es la contradicción del pasado, presente y futuro,
pasado antiguo, hermoso y fácil que me lastra,
presente, fin de la tormenta que me ha hecho crecer,

futuro, siempre en frente nuestro, siempre hacia delante.

domingo, 3 de noviembre de 2019

LA CASA DE LAS SIRENAS

la casa de las Sirenas - Sevilla



¡Era tan divertido Hallowen!, disfrazarse de muerto, esqueleto, vampiro, decorar la casa con telas de araña, cabezas cortadas, sangre en las paredes, vestir a tu adorable niña de bruja, de difunto, todo era genial, banal, absurdo, incluso antes de salir todos rieron mientras cantaron extraños conjuros sin ningún sentido de un viejo libro comprado en el mercadillo de la calle Feria.

 

Toda la familia marchó por las estrechas calles del centro de Sevilla a celebrar tan curioso día, se sentaron en una terraza en la Alameda de Hércules y dejaron a los niños Juliancito disfrazado de demonio, Susanita de Bruja y Pedrito de muerto viviente correr por el milenario parque, antaño lúgubre pantano robado al mayestático Guadalquivir.

 

Hércules y Julio Cesar observaban impávidos desde lo alto de sus columnas como el sol descendía tras los edificios, era el naranja atardecer, el negro de aguas estancadas, mientras los niños ajenos a todo drama corrían  entre la terraza y los columpios, jugando en el castillo infantil, subiendo y bajando, trepando por las cuerdas, todo era reír y reír, por fin pararon las tres criaturas sudorosas, exhaustas, marchando de nuevo a la carrera hacia unos bancos de piedra, mientras, sus padres alegremente bebían disfrazados, banalizando y ridiculizando a las criaturas del mal.

 

Estaba Susanita hablando sobre los sabores de las gominolas de fresa cuando observó que enfrente de donde se encontraban había una antigua gran casa, en el centro una enorme puerta de hierro y a ambos lados dos enormes estatuas de un metal verdoso, eran unas bellas señoras  con el torso desnudo, una tenía los brazos en alto y miraba hacia el cielo y la otra tenía los brazos hacia adelante en paralelo con las palmas hacia arriba, ambas estatuas por detrás tenían como un lomo y al final una larga cola enroscada que acababa en aleta.


- ¿Y si montamos a caballito de esos peces con forma de señora que están en la puerta esa tan grande? - dijo Susanita saltando desde el banco de piedra y empezando a correr hacia la gran casa.


Pedrito se quedó mirando al enrejado, no veía por ningún lado esas señoras, tan solo detrás de la reja vio a una extraña mujer y a un niño que miraban fijamente a Susanita correr con gracia hacia ellos.


- ¡Susi, no vayas, son malos! – dijo sin saber muy bien el porqué de esa advertencia, entonces, Juanito se puso en pie sobre el banco de piedra, algo le impulsaba a hacerlo, levantó los brazos y comenzó a decir en voz baja cosas en un idioma extraño que Pedrito no entendía, repitiendo lo mismo una y otra vez, en voz muy bajita,  le miró de nuevo a la cara y los ojos de Juanito estaban en blanco mientras comenzaba a orinarse encima, a Pedrito le entró mucho miedo y salió corriendo hacia la terraza en busca de sus padres.


Susanita corría entre las personas que atestaban la plaza y vio que ahora las dos sirenas tenían los dos brazos medio abiertos como para recibirla en un cálido abrazo, sus colas ahora estaban más altas, tiesas, moría por abrazarse a ellas, sentía su calor de madres divinas, “hija del agua ven a nos” oía dentro de su cabeza, sentía un impulso irresistible hacia ellas.

 

Pedrito mientras tanto corría despavorido, volvió a girar la cara y mirar a Juanito que se encontraba en el mismo sitio con los brazos extendidos, le pareció incluso que  los pies de su amigo  no tocaban el banco y al fondo observo que su querida amiga Susi  llegaba corriendo a la casa, paró y la mujer le abrió la gran cancela, Pedro volvió la cara y siguió corriendo despavorido ¡mamá!, ¡mamá!, ¡tengo miedo!, entonces la madre de Susana instintivamente sin saber por qué se levantó bruscamente de la mesa y lo vio todo perfectamente.


Su hija corría hacia la casa de las Sirenas muy deprisa, pasó las protecciones de piedra de la calzada y un taxi se la llevó por delante… hubo gritos en la plaza y la gente comenzó a dirigirse hacia la niña, unos policías de la comisaría cercana comenzaron a correr hacia la zona, los padres de Pedro abrazaron a un niño histérico que no paraba de llorar, los padres de Juan en unos segundos que les parecieron siglos encontraron a Juan inconsciente encima del banco y los padres de Susana lloraron desconsoladamente la muerte de su pequeña hija cerca de los hierros de la gran mansión…

 

Perséfone, guardiana y sacerdotisa mayor de las puertas del otro mundo, cogió a su infante de una mano y a Susana de la otra, miraron los tres a través del herraje de la puerta observando una vacía Alameda, allí estaba la madre y el padre de Susana llorando desconsoladamente ante un pequeño nicho, rodeados de la fría niebla de un gran pantanal, detrás de ellos el gran río…


-Dile algo a tus padres Susana, tenemos que entrar en casa, las diosas del agua nos reclaman.


-Mamá, los viejos dioses oyeron vuestros cánticos y aceptan mi sacrificio en honor a ellos y a su reino del manantial sagrado, me convertiré en ninfa y velaré por recuperar las posesiones robadas a las bravas aguas que nacían en este lugar. 

 

Y entraron en la casa despacio, sin ruidos, mientras un vigilante dormía en la entrada ajeno al paso de una diosa menor.

 

MORALEJA

No banalicéis sobre el lado oscuro del hombre, no juguéis a entrar en el inframundo, no invoquéis a fuerzas oscuras y desconocidas pues estas duermen muy tranquilas en su morada y el precio por invocarlas es trágico e infinito y la deuda a pagar será la carne de vuestra carne, el más grande de los sacrificios que unos padres pueden hacer.


Susana es ahora la nueva sirena de las puertas del extraño reino del Guadalquivir, tierra de diosas y misterios.


viernes, 1 de noviembre de 2019

LA MUJER LIBRE



Eva Hernández vivía en su pequeño y decadente piso en el centro de la ciudad, viuda y sola, su marido falleció y no tenía hijos para consolar su soledad, tampoco tenía criadas que la limpiaran la casa porque su alto nivel de vida finalizó con la dolorosa y lenta muerte de su amado marido y una precaria pensión hacía que su día a día fuera bastante ajustado.
Para olvidar y saborear otras épocas poco a poco se desprendía de recuerdos de toda la vida, cuadros, plata, porcelanas… cuando recibía el dinero, ese día se iba a un buen restaurante comía y bebía como una reina, como hacía antaño, en definitiva, le hacía más fácil el vivir.
Se subió a la butaca Luis XV, alargó sus brazos y cogió de encima del mueble del salón  un extraña mascara de Jade, con ojos blancos, pupila negra y múltiples cuentas también en jade, bajó y posó sus posaderas donde hasta hace nada estaban sus pies, se quedó fijamente mirando la figura, se colocó las gafas en la punta de la nariz y quedo hipnotizada de una brutal belleza.
- ¿Azteca? ¿Maya?- Dijo en voz baja – recuerdo que esta figura se encontraba en una pequeña repisa que había en la casa de la tía  Agustina, era extraño, estaba muy cerca del pequeño oratorio donde rezaba, próxima a las estampitas de mil santos que tenía, muy cerca pero a la vez muy distante, sola, de cara al crucifijo de Jesús.  Mi tía Agustina la que se exilió en México y apenas la conocimos, vino a morir a España sin apenas nada… A este elemento decorativo nunca le prestamos mayor atención, era de una belleza sobrecogedora y por tanto siempre la teníamos en lo alto de cualquier mueble, evitaban su inquietante mirada – se levantó y le quitó el polvo que la cubría.
 – Voy a venderla - Recordó que un día un pintor con rasgos americanos, menudo en altura, mientras pintaba la casa quedó petrificado al ver la máscara, al acabar el trabajo el señor no aceptó dinero de ella, tan solo le dijo muy solemnemente que en el momento que se quisiera desprender de la figura le pagaría una gran suma de dinero…
-La máscara es maciza, pesa -  la tocó de nuevo y en ese momento…
Fue entonces cuando Antonio apareció como en un sueño varado en una extraña barca en un río de sangre, multitud de perros a lo lejos no paraba de ladrar ferozmente y entonces le fue mostrado lo que realmente pensaba de ella, Antonio amaba a su madre, ella no significaba nada para él y a la muerte de su madre se quedo con ella por el dinero, no le amaba y tuvo múltiples amantes…
Eva se reincorporó medio desfallecida de la butaca, soltó la máscara y miró al retrato de Antonio, le había querido tanto… era frio, poco hablador,  religioso, siempre realizando obras caritativas, su mirada hacia el retrato era de cierta extrañeza, por un momento tuvo malos pensamientos, no entendía nada, ¿la edad le estaba empezando a afectar?, o ¿tal vez la máscara?…
Se fue al dormitorio y comenzó a arreglarse, hoy de nuevo comería como antaño, mientras se pintaba ella y la máscara se miraron y sin saber porqué acercó la mano  y lentamente la levantó, no pasó nada, desvió la mirada y se miró al espejo y allí estaba Antonio, detrás de ella con los ojos negros como el carbón y con cara de sufrimiento infinito, extendió los brazos hacia ella  le dijo…
-Siempre te vi como una loca, como a tu madre, las dos erais para mi insoportables, pero ella tenía el dinero y de vez en cuando se me insinuaba y yo la daba placer  –Antonio  continuaba suplicante, como implorando perdón– Perdóname mi amor, no te he querido nunca, me parecías patética, estaba contigo por tu dinero, perdóname te lo ruego, estaba tan equivocado, ahora me doy cuenta – Eva dejó con lentitud la figura encima del tocador, cogió un pequeño pañuelo secándose las lágrimas y siguió arreglándose, mientras acababa de pintarse miró hacia atrás y nada había ya, miró a los ojos de la estatuilla y se sonrieron con complicidad.
Se sentó tras la mejor mesa que había en el restaurante, 5.000 € por el Tótem daba para unas cuantas  excelentes comidas, el metre sirvió a Eva una copa del mejor champagne del restaurante  e hizo un brindis a sí misma y comenzó a reír, la deidad le había mostrado el alma en pena de su marido y era ahora el momento de la venganza, su sufrimiento se iba a duplicar con su verdad...
¡Ay! mi Antonio que no tuviste descendencia porque yo hice muchas veces por no darte nada, ¡ay! mi Antonio que te ibas con mujeres de mala vida y tenias tus amantes mientras yo era peor que todas ellas, en tus ausencias probé las mieles de mil hombres, algunos grandes amigos tuyos, algunos familia tuya y tu ingenuo que creías que me engañabas. ¡Ay! mi Antonio que cada vez que me ponías la mano encima para poder tener descendencia yo te maldecía y mataba tus semillas, y ahí en el nicho donde yaces los que te acompañan son los restos de tus hijos que aborté para no darte lo que tanto anhelabas, ahora ya puedes  cuidarlos y esperar a que te den esos nietos que tanto deseabas…. Descendencia muerta como tú.
Y Eva cenó excelentemente marchando contenta y tranquila hacia su casa, el Dios regresaba de nuevo a su tierra y a cambio éste le había enseñado como Antonio sufría en los infiernos de Mictlan, ella sabía que también acabaría allí, pero mientras tanto era tan feliz…


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