sábado, 10 de noviembre de 2018

LA FABULA DEL PINGÜINO Y EL ALBATROS

Albino penguin Lovercraft

Pingüino Mojón era un gran pensador,
¿por qué si soy ave no puedo volar?
como gran filósofo no hacía más cosa
y pensando quedaba mirando hacia el mar.
Habló con sus padres de esta cuestión,
encontró su camino en la injusticia social,
charlaba, discutía, rebatía, cansino que era,
hasta que su madre le dijo un buen día,
 -Deja ya de hablar y ponte ya  a pescar
que nos vamos a morir ancianos
y no sabemos todavía si sabes nadar…

Pingüino Mojón indignado por el poder patriarcal
cogió sus lentes y su libro del gran buitre leonado,
buscando aventuras partió hacia lejos
y a trescientos metros al otro lado del islote paró,
decidió que ya había visto suficiente mundo
y vio al gran albatros que volaba libre en el cielo,
levantó sus pequeñas alas que no servían de ná,
¡Vaya injusticia por amor del pato Lucas!.

Comenzó su labor evangelizadora, habló con todos ellos, tenían que partirse las alas, así nunca caerían al volar, conocerían mejor el suelo y dejarían el triste cielo.

Enseñando orgulloso sus alitas les decía:

- Son mis grandes timones. Mirarnos a nosotros como nadamos y buceamos en profundidad, tenemos que ser todos iguales, con las mismas oportunidades,

 ¡partiros las alas ya!

Y el albatros majestuosa ave que vivía muy bien, pensó:

- A lo mejor Pingüino Mojón tiene razón.

Y a veces los animales hacen cosas muy raras,
el aburrimiento, el no valorar lo que se tiene,
la envidia o simplemente el ser gilipollas,
nos hace ser ridículos y tomar decisiones erradas…

Pingüino Mojón volvió muy pronto con los suyos, había hecho justicia animal.

Se subió a una gran roca y comenzó a gritar:

-¡nuestros vecinos los albatros han conseguido un gran avance!, se han democratizado como nosotros y ya no pueden volar, los ilusos que no quisieron partirse las alas marcharon a otros lares o al más allá.

Un pingüino arao de pico ancho levantó su ala y  le preguntó:
– ¿eres el responsable de tal barbaridad?

– No, yo solo veo avances, ahora tienen los pies en el suelo y por lo tanto la comida más cerca que antes.

– las alas son nuestra herramienta, lo que nos da de comer, los albatros sin alas se están muriendo de hambre- contestó indignado el pingüino arao.

– Eso lo dices tú, como yo no lo veo, no me lo creo, se han conseguido grandes avances al otro lado de la isla, ya no hay accidentes de vuelos, ni amerizajes forzosos, todos los albatros están muy contentos.

–Pero si ya apenas quedan albatros, los que no se han ido están muertos, -¡Ojala! -gritan desesperados- ¡me cayese cien veces desde el cielo! - vociferan los tres o cuatro que  todavía sobreviven – contestó pingüino imperial que acababa de llegar de la otra parte de la isla.

-Eso no cierto, los albatros bajan plácidamente al agua a buscarse la vida, todos iguales, ya no hay riesgos, el mar está cerca, lleno de peces para ellos.

-Pero para poder pescar necesitan altura, no son patos, ni pingüinos, ¿de qué les sirve tu justicia animal?, apenas comen ya nada, te lo digo yo, que también vuelo – le replicó el pingüino Arao.

- La culpa no es de ellos, la tienen otras aves marinas que se aprovechan de la suerte de los albatros y su don de no poder volar y ahora como en su zona hay mas peces van todos allí a pescar.

- Y si todo es tan maravilloso, ¿por qué ya no quedan prácticamente albatros aquí al lado? – le preguntó un pingüino de los acantilados.

- Tal vez el no organizarse mejor, la posible, pero no real torpeza en adquirir los alimentos, una crispación social moderada al no haber nada que comer, el estar siempre a empujones en tierra cuando antes tenias todo el cielo para moverte, pues eso hace que los albatros, tal vez, alguno tenga la extraña idea romántica de volver a volar. - contestó Pingüino Mojón indignado y continuó con su exposición.

- Mi conclusión meditada es que la culpa de todo es de las oligarquías aéreas que miran con envidia a los albatros y hacen todo lo posible para que esa ave majestuosa vuelva a volar, son los intereses ocultos del capital alado que quieren que el Aabatros pierda el gran privilegio de estar siempre en tierra, que no puedan disfrutar del placer de vivir todo el día a empujones, conclusión: la gran suerte de estar pisando mierda suya y de sus congéneres. - la emoción le embargaba y unas lágrimas salieron de sus ojos. 

-Ahora viven tranquilos y seguros, no es lo mismo morir plácidamente a un solo palmo del suelo que no como antes que podían morir de una caída en vuelo a cientos de metros. He dicho- y con parsimonia de pingüino bajó del estrado. 

Toda la colonia se le quedó mirando sin nada que comentar, no sabían si había sido una broma o un mal sueño, todo era irreal, ya no quedaban albatros había sido su final.

Y Pingüino Mojón se fue orgulloso de sus actos a adoctrinar a más seres perdidos de su brutal genialidad, pero antes pasó por el nido de sus padres y mirándose en el espejo de su alma se dijo:

– Esta es mi sucia conciencia. Si no me gusta… tengo otras limpias.

Y volvió el pingüino Mojón a buscar pobres incautos y buscar la igualdad, ley antinatural por excelencia.

Si todos los seres vivos cagan, todos mierdas son y en heces los he de convertir…

Amén

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