Allá en el fondo del armario
descubrí por casualidad un vaso de vidrio antiguo, lo saqué de las tinieblas de
mis recuerdos y allí estaba mi abuelo bebiendo de ese mismo vaso, vidrio
soplado azulado, yo en su regazo le miraba, “era un gigante saciando su sed”
pensaba mientras los rayos de sol que atravesaban el cristal reflejaban en mi
rostro miles de luces azules, entonces mi abuelo, dejaba con violencia el vaso
encima de la mesa y me decía:
- niño, no hay nada como el
agua fresca bebida en un buen y grueso vaso de cristal, este que ves era del
padre de mi padre que lo había heredado del abuelo de su abuelo – me decía mientras
me quedaba embobado mirando a ese vaso que en aquella época me parecía casi
una jarra interminable. Entonces, me abrazó con fuerza…
Estuve en la mesa de la
cocina el resto de la tarde observando y tocando ese bello vaso, observé como
la luz atravesaba sus entrañas y era dirigida por toda la instancia en
diferentes tonalidades de azules, azules verdosos e incluso en verde…
Mis labios en el frío cristal,
allá donde posó la carne de
mis antepasados,
mi piel contra la piel
muerta del que ya no está,
mis labios besando a los
difuntos que dejaron su huella,
noto su calidez impregnando
el borde romo del vaso.
Abro mis ojos y todo se distorsiona,
lo grande es chico, lo
pequeño diminuto,
donde debería haber una
pared, hay una ventana
y veo a mi bisabuelo que no
conocí bebiendo,
donde no debía estar me veo,
pues yo bebo del vaso
y me observo por la base del
recipiente,
muerto, ido, vaso vacío y al
otro lado
bebiendo del vaso mi no
nacido bisnieto,
me asusto y dejo de beber el
agua que no hay,
he visto a través del vaso
que hay otra realidad,
he abierto la puerta hacia
otro mundo
he visto el pasado y el
futuro,
vaso de cristal antiguo
te he dejado, donde hace un
rato te he cogido.
No quiero sentir tu tacto,
tu presencia,
te he vuelto a esconder al
fondo,
solo quiero salir huyendo de
la cocina,
pues he visto que no estoy
vivo,
he visto que todo es mentira
pues realmente mi abuelo
aquel día enloqueció
no me abrazo,
me partió el cuello,
lo he visto a través del vaso,
mis otros ojos ajenos,
el mismo vaso que besó mi
abuelo,
abriendo las puertas del averno
donde moro sin saberlo.