Cuando eres pequeño y no trasciendes de tus miedos,
cuando te sientes incapacitado para comunicarte con los demás, cuando tienes
que hacer y el pánico te hace que estés escondido tras cualquiera de tus dos
puertas sin enfrentarte a los demás, sin enfrentarte a ti mismo, es en esos
momentos cuando aparece un “amigo” y te enseña el camino del infierno y te da a probar
ese elemento externo que te hace flotar, que hace que tus miedos desaparezcan,
que te hace grande, es un abono para tus tierras tras la segunda puerta, tu
estatua se hace no grande, se hace inmensa y tú eres el mejor.
El problema
viene cuando el efecto desaparece y ahí estas tu solo, vacío, muy triste, no
entiendes nada, entras tras tu segunda puerta y llueve intensamente tus
estatuas que antes veías inmensas ahora ni las ves, es mas casi las pisas,
nadie entra en tu jardín a jugar, realmente está horrible, ¿es la
decadencia?...
Necesitas de nuevo ser el mejor, el más encantador, el
más divertido, el más transgresor, eres un macho cabrío, una pantera en celo,
peligrosa, necesitas comerte el mundo, ¡Fiesta!, te ríes a carcajadas, te lo
bebes todo, te lo fumas todo, te lo esnifas todo, ¡qué grande eres!, ¡cómo te
admiramos!...
Y los que te adentraron en el infierno, tus mal
llamados “amigos”, ven desde lejos como tu castillo arde, como poco a poco se
va destruyendo y te ven en lo alto de la edificación, ¡Fiesta!, estas encima de
la torre sobre todos los demás súbditos de tu reino y tus enemigos te llevan
leña para que el fuego no se apague, para que ardas rápido, para quitarte a ti
que eres lamentable, tu Reino ardiendo y tú que estás puesto hasta arriba ves
fuegos artificiales donde solo empieza a haber desolación.
Y otro día mas, te duele todo, tu primera puerta
apesta y de la segunda ya casi que ni puedes salir, estás solo, te han
abandonado, ahora eres más pequeño que nunca, tu dolor es inmenso, te buscas,
¿Dónde estás?, ¿qué ha sido de ese jardín tras la segunda puerta que te dijeron
que iba ser para siempre?, te miras al espejo y buscas desesperadamente a ese
Dios que te creías que eras,
ya no tienes 20 años y tu tersa piel se va quemando al mismo tiempo que tu
interior, nada ni nadie tiene sentido, buscas detrás de tus estatuas a los que
crees tus grandes amigos y no hay nadie, los has quemado a todos o eran los que
te daban la leña para quemarte y han huido en estampida.
Has intentado crecer como persona utilizando atajos y
en la vida los atajos solo conducen al averno de uno mismo, a una muerte muy
triste, acurrucado en tu jardín, empapado en la lluvia fría de tus propias
lágrimas.