Y vino el duende loco con su gorro rojo
cantando una canción del bosque oscuro,
“salgo de la maleza
a campo abierto
entro en el
sendero estrecho de mi destino”.
Su baile lleno de espasmos y giros,
nadie le vio ir, nadie le vio venir,
he ahí su grandeza, su enajenación,
ha mimado con esmero la semilla
del trébol de cuatro hojas.
Los orcos lloran sin cesar su desdicha,
sus grandes pies de zancadillas gratuitas
han sentido el pasar del pequeño genio
que a lo lejos sigue cantando:
“he vivido en el gran bosque rodeado de maleza,
cierto es que
parecía inmóvil, no me veíais,
mis pies ligeros
han andado miles de millas
mientras vosotros
parados esperando mi salida”.
El espíritu libre corre colina arriba
y en un gran momento, sale volando, vive la vida,
y a las malas bestias que han estado mirando
le han salido raíces de sus pezuñas negras,
y cantan la triste melodía…
“he crecido
deprisa, abonado por mis tristezas,
ahora soy árbol de
sombra de un camino cualesquiera,
debí yo también entrar
al bosque,
ahora sería libre y volaría
contigo.
Pero siempre he
estado preso de mis miedos,
barrera propia e
infranqueable”.
A J.Alonso
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