Estaba muy enfadado, ciertamente se sentía mal, fatal,
hecho trizas, como si una máquina de triturar carne le hubiese picado la ilusión,
la moral y la hubiera esparcido por un inmenso estercolero, ¿Cómo había sido
posible la derrota?, en qué mundo vivimos, ¿Cómo es posible que mi mundo
visionario y mi forma de pensar no hayan ganado?.
Bajó las escaleras y en el árbol de enfrente de su
morada estaba Grun, el gordo y repelente Grun, con una sonrisa de oreja a
oreja, sentado en el suelo, comiendo un rico panal de miel, cogió un trozo y se
lo tiró hacia el paladín Plim.
- ¡No es justo! – dijo dirigiéndose lentamente -
¡habéis hecho trampa!, nadie se cree que hayáis ganado el sentaros en la gran
silla del bosque – con el dedo en lo alto y cada vez mas enojado su piel empezó
a coger un ligero tono rojo y alrededor de la parte posterior una aureola
comenzó a surgir de manera mágica.
- Si te enfadas Plim vas a perder la aureola de
paladín y te quedarás como un simple mortal y eso no es bueno para ti –
finalizó con un eructo hediondo
mientras se levantaba – debes aceptar
las reglas del juego, unas veces se gana y otras se pierde y hoy has perdido,
mírame a mí que he ganado dos veces pero he perdido jajajaja.
Plim no estaba para bromas, lentamente acercó su mano
a la empuñadura de su espada mágica, la que repartía el bien y la justicia, la
que daba comida al hambriento, agua al sediento, la que iluminaba su parte
derecha de la armadura ligera, por un momento pensó en sacarla y rebanarle la cabeza de un tajo.
-No te enojes Plim, cambia tu pensamiento, si me
arrancas la cabeza de mi cuerpo entonces seríamos dos contra los que tendrías
que competir y a cual más peligroso, no sería una buena idea, a parte va en
contra de tus principios sagrados y no gustaría a los habitantes del bosque, te
recuerdo que sois minoría y la minoría aunque tenga razón la mayoría determina,
imagínate me cortas la cabeza y una parte mía eructando y la otra echando gases
flatulentos ¡jajajajaja!
Plim quedó un poco perplejo, ¿Cómo había conseguido
leer esa masa de carne sus pensamientos?, ¿acaso era inteligente?, paró un
momento en seco.
– No sé a qué
viene ese comentario yo soy un paladín y solo reparto el bien entre los pobres
y débiles, ¡somos los iluminados del bien supremo, los defensores de los
débiles! – Grun le miró sonriente
mientras se rascaba sus partes, le daba mucho gusto rascar en las tonterías de
Plim.
- Que tú te
creas que eres paladín no te da derecho a serlo y sobre todo con esos
seguidores tan raros que te acompañan – levantó el dedo y señaló a una pequeña
hada roja – tu amiga la Pepita Grillo, la que vive en el gran árbol gris, la
que reparte “supuesto” amor y no para de hablar sin sentido ni fundamento, la
que quiere repartir todos los frutos del bosque a todos sus habitantes, haga
falta o no, rompiendo el orden natural
del bosque, incluyendo a los trolls que no hacen nada y solo destruyen, pues
Pepita Grillo te lo acaba de comentar al oído y la aureola se te ha reducido
levemente.
- ¡No se llama Pepita Grillo!, es una hada pura, nunca
descansa, es el Hada Amor – Plim se dió la vuelta y muy enojado tapándose la
boca para que no le oyera Grun le espetó a Amor:
– ¡te dije que hoy no aparecieras!, tengo que ocuparme
del Grun, no debe llegar a la silla, no le pertenece, la silla es mía y de mi
justicia divina y tu no ayudas – aleteando las alas y en una grácil pirueta se
posó en el hombro de Plim y le susurró al oído:
- Los habitantes del bosque están muy enojados – dijo
con una horrible y ronca voz incomprensible para un ser tan diminuto – están
cantando canciones de los antepasados de nuestros antepasados, la verdad que
son hermosas, pero nadie sabe de qué hablan, a parte la mitad de los seres de
la floresta no se saben las letras ni la canción y hay un lío montado terrible,
¿quieres que grite la palabra mágica “revolución”? – Plim se quitó al hada Amor
de un manotazo, mientras esta gritaba ahora con gran desconsuelo y una
incomprensible voz de pito, Plim siguió andando a la vera del hediondo Grun.
- Pepita Grillo –dijo Grun a Plim mientras se chupaba
los dedos impregnados en dulce miel- cada vez está más insoportable y torpe,
habla, habla y habla y no dice nada, a lo mejor es que deberías de imponer algo
de orden entre tus vasallos y que digan todos lo mismo, nos estáis volviendo
locos a todos…
- Habló el monstruo de las cavernas – le replicó
Plim- el bicho casto que se ha rodeado
de todas las bestias inmundas, que ha dado de comer a los buitres, a las
lechuzas, a los murciélagos de la noche, que se lo han llevado a manos llenas…
no os merecéis ni el aire que respiráis, codiciosos, avaros, nuevos ricos…
Grun siguió paso ligero por la colina mientras oía el
largo discurso del paladín Plim.
-No te enojes paladín, no todo puede salir bien, sabes
que la gula se apodera fácilmente de los míos,
¡somos malas bestias, de principios poco morales!, nosotros a diferencia
de vosotros al menos lo sabemos, vosotros vais con vuestra aureola repartiendo
el bien con la varita del mal, deshaciendo el orden natural de las cosas y
luego montáis la que montáis, ingenuos vampíricos, pero no te preocupes con los que no se han
comportado bien de los míos ya nos los hemos comido, o los hemos mandado a las
mazmorras… Bueno alguno queda, pero lo tenemos escondido lamiéndose sus
heridas, así no me salpican de sangre.
Al llegar cerca de las escaleras que daban acceso a la
gran silla paladín Plim sacó su majestuosa espada amenazando con la punta a
Grun.
- ¡habéis
saqueado el bosque y no voy a permitir que tú acompañado de tus gordos sebosos
volváis a hacerlo! – Entonces la aureola hizo “ploff” y se esfumó, Plim miró de
reojo y volvió a enojarse - ¡tengo la razón divina del pueblo del bosque y por
el poder que me otorga voy a sentarme, ¡punto pelota!, ¡gordo de mierda!
Le empujó con fuerza y comenzó a subir a la carrera y
a la mitad de los escalones apareció el Fauno Brunus que pasaba como el que no
quiere la cosa saliendo de la nada mas sospechosa, el golpe fue tremebundo,
quedando ambos aturdidos.
-Brunus, ¿tu ahora?, ¡desaparece de mi vista!, a punto
de sentarme encima de todos y apareces tan triste e inoportuno como siempre,
¡déjame pasar que el pueblo me aclama!
-¿perdona?, yo soy el pueblo y vengo a sentarme en mi
trono – dijo mientras inclinaba la cabeza apuntando con sus pequeños cuernos a
Plim – no me dejaste la última vez pero esta si cuela me siento.
-Tú, ya tuviste
tu oportunidad hace lustros y
dejásteis la silla y alrededores
llena de cagaditas, menudos bichos, mucho cuerno, pero pocas cornadas, muchas
ideas y a cual peor, un desastre al final perdísteis la silla por aburrimiento
– Plim estaba ciertamente de nuevo enojado.
- Yo soy el
dueño verdadero, el defensor del oprimido, el…. –recitó pastosamente Brunus.
- Sí, eres el
repartidor de la miel solo entre los tuyos, al resto mocillas – dijo Plim
mientras reía– el indeciso, el don-de
dije digo digo Diego – continuó riéndose – te recuerdo que a un antecesor tuyo
le confundieron con un astado, pero claro no lo sabéis, sois una raza de
astados, jajajaja.
- Habló el egoísta – contestó Brunus - el que no deja
gobernar al bien, el que no se da cuenta que soy el líder natural de este
bosque, somos los más antiguos, los elegidos, yo leo el oráculo y serás
devorado por los tuyos- se acercó a Plim y comenzó a tocar la flauta… Y una
pequeña gran trifulca comenzó de nuevo entre ambos…
En ese momento Grun
comenzó a andar lentamente, sabía que sus rivales habían caído presos de
su ultra ego, pasó por medio de Brunus y Plim que como andaban muy calientes
poniéndose pegas no tenían ojitos para nadie…
De repente, ambos miraron a la cima y en la silla
estaba Grun, reinando, había vuelto a ganar y lo peor de esta historia es que en
vez de mirarse Plim a Plim y Brunus a Brunus y cada uno a su horrible y sucio
ombligo ambos empezaron a despotricar; Plim sobre Brunus, Brunus sobre Plim y
al final como siempre se quedaron solos mucho tiempo insultándose mientras la
vida en el bosque continuaba, los pobres tan pobres como siempre, la clase
media tan en medio como siempre, los ricos tan ricos como siempre y los
utópicos cabreados y peleándose entre sí como siempre…
Moraleja, el que tiene ideas visionarias y posee la
verdad absoluta y encima pierde, tal vez sea porque realmente lo que ve sea
imaginario y no real y saber que tu
verdad no es real duele y el dolor te hace ver las cosas al revés y al revés la
sangre te sube a la cabeza y la cabeza se te pone gorda y acabas como Grun
gordo y feliz….
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