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Jorge y su sombra |
Vivía en
General Moscardó 33,
gran piso
interior de poca luz,
ventanas sin
paisajes, sin nada que ver,
una casa vacía,
deshabitada por él.
Jorge era menudo,
no muy alto
de complexión débil,
piel blanca,
ojos anodinos,
cansados, reflexivos,
y en la punta de
la nariz una cicatriz.
De niño era
inquieto y parlanchín,
altivo y engreído,
gracioso y de buen ver,
rodeado siempre
de mujeres y niñas
que le adulaban y
entronaban sin ser rey.
Pero el tiempo
pasa y nada es lo que parece ser,
recorrió el mundo
buscándose desesperadamente,
amó con verdadera
pasión sin ser correspondido,
tenía tanto que
decir que hablaba al solitario viento.
Y la peor guerra, la lucha con uno mismo,
y el peor enemigo,
tus amantes, tus amigos,
el no saber si quieres
ser quién eres,
el no querer
vivir en todas y ninguna parte,
todo lo que te contaron de niño, una gran mentira.
El pequeño halcón observaba calladamente
otro amanecer
cualquiera, de fría mañana de invierno
desde el borde
del alto puente todo se ve muy lejano,
mullido colchón
blanquecino era el rocío que cubría los
campos,
el ave extendió
sus alas, sintió su cara al viento.
Por fin seria él mismo,
dejó su dolor y tristeza y saltó libre sin miedos…
Jorge, adiós, vuela alto, se te echa de
menos…
Cada vez hay más Jorges en el mundo, tenemos que escuchar más a quién tenemos al lado. Escuchar se escucha, aunque sea por morbo, pero el problema es que no empatizamos.
ResponderEliminarToni, toda la razón del mundo, en el fondo todos somos un poco Jorge, todo el mundo habla y nadie escucha...
ResponderEliminarEstoy interesada en la vida de Jorge ,me gustaria hablar con alguien que le conociera.... Dejo mi correo por si alguien quiere hablar conmigo carol_ccv@hotmail.com
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