sábado, 22 de septiembre de 2018

EL FINAL DE UN DIOS MORTAL

ilustración de WC Collingwood - El anhelo de Skadi

Es el atardecer, el comienzo del fin del día,
observando desde su trono la Diosa duda de todo,
¿tan rápido pasa el tiempo?, ¿tan corto mi reinado?,
¿cómo osa el sol empezar a ponerse tan temprano?.

El salón de palacio yace vacío, bajo su penumbra,
ya no tiene poder, ni vasallos, ni a quién mandar,
la sala está en silencio, sin nadie, sin nada, apagada,
es el alto precio a pagar por un reinado de fría tiranía.

¿Dónde está el caliente trigo del que me alimentaba?
¿Qué fue del oro que tanto amaba?
¿Dónde están mis súbditos que me querían, que me odiaban?
¿Dónde mis amantes que me idolatraban?

El campo ahora está seco, desierto, estéril,
de tanto menosprecio, de tanto ignorar,
él que tan generoso colmó tus sensuales labios,
ahora se ha ido, se ha secado, ya no está.

Y el poderoso Satán disfrazado de vil metal,
ahora llama a tu puerta, quiere cobrar,
nada en esta vida es gratis,
ni para una Diva, una Diosa mortal.

Y el pueblo al que abandonaste e ignoraste,
al que entregaste en sacrificio,
al que dejaste vacío,  sin futuro ni alma,
solo quedan sombras,
un cruel silencio de tu triste gritar.

Y ahora la gran Diosa se mira el espejo
y no puede ser ella, sus bellos ojos,
su bella piel tersa, sus rubios cabellos,
su gran majestuoso porte, ¿dónde están?

Y detrás de todo, sentado  está la gran figura
el dios Cronos  que ya ha sido pagado,
Afrodita la auténtica diosa de belleza infinita,
y al final, Caronte, esperando el ocaso del día
al nacimiento de la bella noche.

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