domingo, 19 de mayo de 2019

CRUCES EN EL ARCEN



23 de mayo de 1988,
primavera revoltosa, sol, nubes, lluvias,
calor, aire frío, la naturaleza a su antojo
marcando el ritmo pausadamente,
luces y sombras, clima traicionero, 
asfalto mojado, la trampa del trampero.

Y aquí estoy desde entonces, impertérrito,
callado silencio, observando el pasar del tiempo,
atrapado sin poder partir,
no estoy aquí ni en ningún lado,
permanezco atado a una obsesión
que me tiene preso y no me deja ir,
que me visita puntualmente todos los años,
que me habla ,besa piedra y me deja flores.

No sufro, ni padezco, solo mi recuerdo permanece,
la gente me mira y no me ve,
me compadecen, doy tristeza e indiferencia
y con el paso del tiempo ellos también cambian
y envejecen y parten,
porque los he visto pasar.

Y llueva, truene, nieve o haga calor
aquí estoy yo sin cuerpo ni sentimientos 
sin poder hacer nada,
no puedo calmar su pena
porque realmente no estoy,
no la puedo consolar
porque es un sufrimiento sin fondo, 
no la puedo curar
porque es una obsesión enferma,
egoísmo de una madre,
cadena perpetua mientras ella viva.

Un buen día la vi pasar cabizbaja 
su terror al otro mundo,
hizo que ni me mirara,
llevándose sus penas
y dejándome aquí, solo,  
pues los que ahora me recuerdan,
no me han conocido,
solo ven, la cruz y mi foto,
triste epitafio.

Y una tormenta de verano 
un desprendimiento de tierra
enterró la cruz y el mármol,
mi liberación de este cruel limbo,
ya nadie me mira, ya nadie me ve,
pues ya  no hay nada
por fin moría del todo,
por fin podía partir,
pues uno solo muere
cuando deja de ser recordado…
5 de mayo de 2019
el día real de mi fallecimiento.

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