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Tebe Interesno |
Andaba con miedo
a que las penumbras se lo tragasen, el pasillo era largo, infinito, frío,
húmedo, desagradable, tenía una iluminación tenue, casi inexistente, avanzaba
con pasos cortos que denotaban
inseguridad, caerse no era algo viable, era lo que tenía un suelo resbaladizo y plagado de desniveles, palpaba las paredes pues eran su soporte, su punto de apoyo, muros de tacto rugoso y desagradable que le estaban
dejando las palmas de la manos sucias y doloridas, pero tenía que llegar a algún
lugar.
Giró al final del
pasillo y continuó el tortuoso camino, poco a poco el techo descendía, de vez
en cuando notaba que la cabeza lo rozaba, que su cara se topaba con algo,
que no estaba solo en ese angustioso lugar, correr no era la solución y volver
por donde había venido tampoco, no se puede desandar lo andado, la única salida,
seguir adelante, le asustaba mirar hacia atrás, a veces le parecía oír
susurros, risitas incluso en alguna ocasión sintió como si alguien estuviera por
detrás, muy cerca y eso le angustiaba y le daba miedo, todo lo que le estaba
pasando era una puta locura, un agobio.
Lo que parecía el
final, era simplemente otro recodo, giró y se dio un golpe en la parte superior
de la cabeza, ahora el techo quedaba justo a su altura, para continuar debía
agacharse levemente, la superficie era irregular, tenía alguna arista, así que
debía tener cuidado, avanzó y algo húmedo comenzó a caerle por la mejilla, pensó
inicialmente que debía ser agua, pero al
limpiarse vio que era sangre, se había cortado,
apenas se veía, tenía que continuar incómodamente agachado, tenía que llegar al final de esta pesadilla.
Frío, comenzó a
sentir frío, el pasillo cada vez era más claustrofóbico y agobiante, temblaba ligeramente y le costaba respirar pues el ambiente estaba enrarecido, por su boca comenzó a salir vaho, justo en ese momento se topó con una puerta de
madera llena de moho, a su lado izquierdo un pomo de hierro oxidado, al
ir a cogerlo fue entonces cuando empezó a oír un ruido a lo lejos, extraño,
sobrecogedor que se propagaba por la oscuridad del inmenso pasillo que había recorrido, ¿voces del pasado?, ¿voces de los ausentes?,
¿reproches de lo que es? ¿de lo que pudo haber sido? sintió pánico y con mucho
esfuerzo giró el metal y la puerta se abrió sin apenas resistencia haciéndole
que cayese de cabeza, extendió los brazos hacia adelante para
intentar no lastimarse.
Y entonces el estómago
se le vino a la boca, estaba cayendo en caída libre hacia no sabía dónde, la
oscuridad era total, iba girando en el vacío sin referencias visuales, la sangre le subía a la cabeza y una terrible opresión le
aplastaba los pulmones, su corazón estaba absolutamente desbocado, sin
control, intuía que pronto daría con una superficie y sus huesos en el impacto se romperían como vajilla de porcelana, que un dolor inmenso se apoderaría de él
y así se acabaría todo.
Comenzó a gritar desconsoladamente, ya no era él, todo lo que había conocido había desaparecido, estallado, lo había perdido todo, sin trabajo, sin mujer, estaba solo, lo que comenzó como un camino de rosas se había
convertido en una pesadilla y ahí estaba sentado en el suelo llorando
desconsoladamente, por fin se había roto por dentro.
Y comenzó a
sentir como sus lágrimas humedecían el suelo, el agua
comenzó a cubrirle, lloraba sin parar, era como una catarata salvaje, como
una fuente barroca, toda la tensión acumulada le estaba saliendo de dentro, era un vómito de
amargura, era un desconsuelo convertido en tsunami, intentó subir a la superficie pues se ahogaba, todo era agua, y cuando llego arriba se encontró con una inmensa capa de gélido hielo, no
había acceso al cielo abierto, no había oxígeno que respirar, iba a morir ahogado en sus penas y fracasos...
Y allí quedó, totalmente solo en medio de la nada, por fin había salido de ese túnel agobiante
y ahora el espacio abierto donde se encontraba le daba mas miedo que todo lo
pasado.
Sabía que había que levantarse y tenía
que volver a empezar.
¡Libertad, ángel protector!