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Kim Byunkwan - Sin halo |
Nos deslumbra con mortecino halo,
círculo luminoso que representa su gran divinidad
y la debilidad de un ser que en los momentos
oscuros
cuando está en soledad y desamparado, espera en
la oscuridad.
Principio que siempre llega,
venganza brutal de un ente sin nombre
mancillado de nuevo por la plaga que todo destruye,
decide jugar al mismo juego, haciendo las mismas
trampas.
Y no manda a sus monstruos, ni a sus peores
criaturas,
evita usar otras especies con sed de venganza,
no abre las puertas del infierno, ni nos muestra sus pesadillas,
tan solo aguarda con sus ojos brillantes y su cínica
sonrisa.
Y es el propio humano que en su locura sin
límites
traspasa las fronteras de lo razonable y
comienza a delirar
comiéndose a otros seres, hijos de la noche y
el silencio,
mensajeros de otra dimensión, transeúntes entre dos
mundos.
Y entra en el cuerpo el alma de la noche,
inocua para la víctima, mortal para el asesino,
cazador cazado que comienza a morir lentamente,
pues la bruma
es lenta en irse,
niebla, antesala de una posible muerte.
niebla, antesala de una posible muerte.
La pandemia, una sinrazón cíclica,
círculo vicioso, ocho eterno,
una lucha constante de supervivencia
del ser humano contra el virus de su propia especie.
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