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Cabalgando en Figueira da Foz |
Cerebro lleno de recovecos
de rincones absurdos
que no llevan a ningún sitio
pensamientos recurrentes
de hechos intrascendentes
que te acompañan en el tiempo
que no logras olvidar
que despiertan sin sentido
por un olor, por un color
como si nunca hubieran sucedido.
Obsesiones,
recuerdos lejanos
que tengo muy presente,
son muy concretos
en medio de una nube,
no recuerdo otras cosas,
solo esas,
es perder el tiempo,
preciado tesoro,
o tal vez este viendo el futuro
al que cada vez más me acerco
y este empaquetando recuerdos
de personas y sitios que no existen
que desaparecerán para siempre
para por fin volar libre…
Aquí os traigo
ramilletes abstractos
de vivencias lejanas
de extrañas flores.
Olor a gasoil
es para mí el África profunda,
mi madre enseñándome a leer
y un precioso mantel
de punto de cruz.
Jueves de no ir al cole
un señor viejo y feo
en una tele a blanco y negro
nos dijo que un tal Franco
había muerto,
luz de fluorescente,
desayuno con sueño
música clásica en la tele.
Cientos de horas encerrado
en absurdos autobuses,
Madrid Pozuelo recorrido eterno,
celadora fea de nariz aguileña,
actriz secundaria, sin nombre,
y el giro absurdo que hacia
calle Raimundo Fernandez Villaverde
calle General Moscardó
¿por qué ese punto y no otro?
sitio sin sentido, surrealista
en mi cabeza.
Llegar como en un sueño
en el Lusitania Express
un día frio de invierno
a la húmeda y decadente Lisboa,
bajarme de un vagón,
triste comitiva de negro
con mi tío Fernando al frente,
besar a mi abuela muerta
en su casa, cama pegada a pared,
al final de un pasillo inmenso.
Son vivencias cotidianas
que no interesan a nadie
parte de un intrascendente bagaje,
¿Cuál es el tuyo?
extraños son los recuerdos
pues si lo piensas la vida
es un cúmulo de ellos,
una colección de vivencias
noventa y muchas porciento banales
y tan solo unas muy pocas,
importantes.