domingo, 20 de octubre de 2019

ZANAHORIA

Mark Ryden - Nacimiento


Nevera, preludio de un frío reposo,
de ahí saco la zanahoria
tumbada en su fría sepultura
de un bello naranja y forma irregular,
color antinatural
del chaleco de emergencias,
del camión de la basura,
bello color degradado
a tan solo llamar la atención
del hombre despistado.

Como azteca en un sacrificio
te quito la piel sin piedad
te corto en pequeños trozos
con mi afilado cuchillo de cocina,
concentrado en mis problemas
alerta en no descuartizarme a mí mismo
como la cruel venganza de un verduricidio.

Somos zanahorias de la vida
de un color piel mortecino,
con el don del movimiento
con el poder de nuestras mentes,
cíclopes tristes pues sabemos el final
de la alegre zanahoria,
que después de tiempo creciendo
acaba en una triste cámara fría
para finalmente ser cocinada
y lentamente ser digerida,
abono de otras verduras
como nosotros los humanos
somos zanahorias andantes.

Corre hortaliza cantosa
por el inmenso campo,
juega a que no te coja el nabo,
a esconderte de la verde lechuga,
disfrutando de tu corta vida
judías, puerros y cebollas,
creciendo en la dulce tierra,
hasta que llegue el hombre
y te arranque del rico suelo,
acabando con tu existencia
¡oh zanahoria divina!,
te canto con desconsuelo,
es una oda al naranja
rica y bella fruta
del árbol de nuestra vida
que destripo todos los días.

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