domingo, 6 de octubre de 2019

EL VASO AZUL



Allá en el fondo del armario descubrí por casualidad un vaso de vidrio antiguo, lo saqué de las tinieblas de mis recuerdos y allí estaba mi abuelo bebiendo de ese mismo vaso, vidrio soplado azulado, yo en su regazo le miraba, “era un gigante saciando su sed” pensaba mientras los rayos de sol que atravesaban el cristal reflejaban en mi rostro miles de luces azules, entonces mi abuelo, dejaba con violencia el vaso encima de la mesa y me decía:

- niño, no hay nada como el agua fresca bebida en un buen y grueso vaso de cristal, este que ves era del padre de mi padre que lo había heredado del abuelo de su abuelo – me decía mientras me quedaba embobado mirando a ese vaso que en aquella época me parecía casi una jarra interminable. Entonces, me abrazó con fuerza…

Estuve en la mesa de la cocina el resto de la tarde observando y tocando ese bello vaso, observé como la luz atravesaba sus entrañas y era dirigida por toda la instancia en diferentes tonalidades de azules, azules verdosos e incluso en verde…

Mis labios en el frío cristal,
allá donde posó la carne de mis antepasados,
mi piel contra la piel muerta del que ya no está,
mis labios besando a los difuntos que dejaron su huella,
noto su calidez impregnando el borde romo del vaso.

Abro mis ojos y todo se distorsiona,
lo grande es chico, lo pequeño diminuto,
donde debería haber una pared, hay una ventana
y veo a mi bisabuelo que no conocí bebiendo,
donde no debía estar me veo, pues yo bebo del vaso
y me observo por la base del recipiente,
muerto, ido, vaso vacío y al otro lado
bebiendo del vaso mi no nacido bisnieto,
me asusto y dejo de beber el agua que no hay,
he visto a través del vaso que hay otra realidad,
he abierto la puerta hacia otro mundo
he visto el pasado y el futuro,
vaso de cristal antiguo
te he dejado, donde hace un rato te he cogido.

No quiero sentir tu tacto, tu presencia,
te he vuelto a esconder al fondo,
solo quiero salir huyendo de la cocina,
pues he visto que no estoy vivo,
he visto que todo es mentira
pues realmente mi abuelo aquel día enloqueció
no me abrazo,
me partió el cuello,
lo he visto a través del vaso,
mis otros ojos ajenos,
el mismo vaso que besó mi abuelo,
abriendo las puertas del averno
donde moro sin saberlo.


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