sábado, 11 de julio de 2020

EL TENDEDERO


                                                                     Jeffri Larsson - Yellow and Blue

El tendedero está vacío, la ropa que antes colgaba en él y flotaba al viento ya no existe, sus cuerdas verdes han perdido su color y están deshilachadas, al tacto son rígidas, duras, cortantes, han perdido en buena parte su flexibilidad y tiene el aspecto de romperse en cualquier momento por cualquier parte. Y una pinza de madera podrida en uno de los extremos con su muelle oxidado, reflejo del descuido de las suaves manos de una mujer que olvidó recogerlo y lo sentenció a la agonía de morir bajo los rayos del astro sol.

 

Y esos palos hincados al suelo, torcidos por las inclemencias del tiempo, cruces sin Cristo, tan solo de tus cortos extremos cabos marinos suspensos al cielo para soportar las prendas, para izarlas al viento, como banderas de uno, como el pabellón de un barco que avisa a otros de quien y de donde son.

 

Ya nadie te tiende, ni te cuida, nadie cambia las cuerdas, Eolo el señor de los vientos ya no canta melodías cuando pasa por tu lado pues se han roto varias de ellas, la cuerda tres de un SOL de justicia y la cuerda seis que tanto preocupa pues ya no se oyen graves en tu cantar, son señales de un fin que está próximo, es el ocaso de las cosas, el acabose de la función.

 

Y es que el tendedero fue un fiel acompañante de María hasta su adiós, aguantó todo lo que le echó encima, sus solitarios pensamientos, la oyó cantar, hablar, sintió sus dulces manos que le acariciaban y limpiaban, le cambiaba los cordones, enderezaba sus piernas. Sábanas, mantas, camisas calzoncillos, bragas y trapos le protegían, le daban sentido a su existencia. Prendas mojadas, olor a limpio intenso y luego el agua huía liviano quedaba el peso y cometas relucientes bajo el azul del cielo.

 

Pero todo eso acabó un buen día María cayó fulminada mientras tendía, banderas negras al viento, de ahí el lamento y la tortura pues su desaparición, un castigo, años de abandono y aquí estoy todavía listo, para que cuelgues por siempre jamas María tu ropa, pues te has ido y yo inexplicablemente sigo existiendo.


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