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La Silla |
Ha muerto el
Rey sin reino
el señor de cualquier ciudad decente,
amo de todas
sus tierras
conocedor de
sus lindes,
se sentaba en
los bancos
de cualquiera
de los parques
y hablaba con mucha gente, con nadie,
y muchos
perros le escuchaban
y también todos
los arboles
lo hacía en
voz muy baja
siempre firme y muy solemne.
El Rey sin reino paseaba y paseaba
mirando siempre
al suelo
contado las
baldosas de las aceras
trecientas cincuenta
y cinco mil
todas suyas,
por donde andaba
pasando lista todos los días
y sabia de
ellas sus historias
y la de las
columnas de los soportales
conocía al
detalle todos los rincones
sabía de
ellos y el porqué de su existencia.
El Rey sin reino rebuscaba en la basura
y recogía lo
que sus súbditos tiraban
y comía, se vestía, con la dignidad de un dirigente
pues él era
el Rey del pueblo, del barrio,
y de vez en
cuando hablaba con su gente
y algunos le
escuchaban y otros le ignoraban
pero a él
todo esto le era indiferente
el seguía hablando
con quienes ocultos le acompañaban
y discutía
con ellos de miles de cosas varias
y hablaba y
hablaba mientras que como he dicho paseaba.
Su Reina, ya no estaba, hace años marchó,
una fría
noche de invierno en los soportales del norte
dejo de
respirar y allí acabó su reinado, alegre final
pues hubo
luces de fiesta y mucha gente por fin fue atenderla,
esas mismas luces que cuando unos niños de papa aburridos y estúpidos
decidieron quemar
sus aposentos en los lavados del parque
y se quemó
toda la espalda, ya sabéis fueron heridas de guerra,
de gigantes
inexistentes, de palacios de mentira, de difíciles reinados,
sin cortesanos,
ni escribanos que escribieran su triste y romántica historia
y hoy su
trono ha aparecido vacío en la mediana de la avenida
por fin a abandonado su bello reino, ha partido de sus ricas tierras
ha dejado solo
su asiento, en lo alto de una alcantarilla,
los miles de
sus fantasmas lloran su partida, los perros, los gatos,
los árboles,
algún que otro vecino, adiós Rey sin reino
los vecinos
de tu barrio somos agradecidos
y juramos ante tu trono por Dios y nuestro honor
que no quitaremos
nunca la silla…
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