Todo ser
sumergido en su ego desaloja un volumen igual a la indiferencia que esto produce
multiplicado por el olvido al cuadrado que uno descubre cuando se queda solo.
Pretendemos ser la idea que tenemos de nosotros mismos y no nos preocupamos por al menos verificar lo que somos realmente, lo descubrimos tan sólo cuando las circunstancias nos abocan a cualquiera de las múltiples variantes de la soledad, es entonces cuando echamos en falta el apoyo de los demás, de aquellos que nos acompañaron a lo largo de nuestra vida y que se habían colgado o lo que es peor le habíamos colgado la medalla de amigo.
Así es amigo
mío, ¿dónde está mi medalla?
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