Duermo bajo el telar de mi insomnio
y abro los ojos y allí está desde hace poco,
sentada, con la cabeza escondida,
oculta tras confusas telas,
con sus manos en calma,
y me da miedo, pánico,
allí sentada al lado de mi cama,
se posa todas las noches
y no
sé quien es
y no sé su nombre,
tan solo murmulla y masculla
y no dice nada.
Todas las noches el frío silencio
es turbado con terroríficas nanas,
es entonces cuando despierto
y allí se encuentra sentada,
envuelta en una oscura bruma,
helando la estancia
y yo me oculto tras las sábanas
y no la veo pero la oigo,
hasta que caigo rendida,
hasta que muero de sueño.
Ayer entre en mi estancia
a plena luz del día
no soñaba, no dormía
y allí estaba ella sentada
con su cabeza oculta
sin decir nada,
quedé quieta, petrificada,
todo era real, existía,
un bello brazo se extendió
y me ofreció su fina mano,
yo la cogí y su frío intenso me
envolvió.
Enseguida lo entendí, había llegado mi
hora,
era la digna muerte que me estaba
avisando
“partamos juntos bella dama”
y allí quedé tendida, en mi cuarto.
Mi amor corrió a mi vera
y entre sollozos y lágrimas
me abrazó y vio
me abrazó y vio
allá en la esquina
a una mujer sentada
no tenía rostro,
tan solo murmuraba,
cerró los ojos confuso,
los abrió y ya no estaba…
“Cariño, que feliz soy,
la digna muerte te está visitando,
pronto tu y yo juntos”
pronto tu y yo juntos”
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