No hay peor castigo,
eterna estación de penitencia
la de un silencio vacío
sin cruz que nos guíe
ni puertas abiertas,
calles vacías de almas
tan solo de los que parten,
acompañado de añafiles mudos,
instrumento de guerra
de una batalla perdida,
la del silencio vacío
llamada a
un juicio final
sin túnicas, tocados, ni mantos,
-Nada, ¡o Señor!, que os cubra
sin nadie que ose a repartirse
vuestras humildes vestiduras.
Año bisiesto de 2020
acaba esta triste semana,
balcones engalanados
en una Sevilla vacía
de bullicio y vida,
penitencia íntima
pues va por dentro
meditación y sentimiento
de una ciudad entera
que reza en silencio
por el procesionar de los que parten
tras los pasos de pasión
camino de un bello cielo.
Y fluye el grandioso Guadalquivir
acariciándote bella diosa
desde tiempos inmemoriales
perfumada como siempre
con la Campana y Sierpes
envuelta en su solemnidad
en respetuosa espera
al inicio del final
de una semana que no ha sido
al paso de la blanca hermandad,
de una apagada y triste Sevilla.
Eugenio Vaz-Serra
Sabias y bellas palabras . Me ha encantado .
ResponderEliminares el misterio de la ausencia y el silencio...
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