He de
empezar con el inicio de un poema de Santa Teresa de Ávila que es un canto al
amor, a su Dios que la libera de todo hasta tal punto que solo desea el momento
sublime del encuentro… es como si en el primer párrafo de repente pudiera
definir el amor más absoluto, refleja magistralmente la autora la entrega a
Dios, al bien, a la razón…
… y al mismo
tiempo si dieras la vuelta a la frase, a la idea, apareciera la descripción de
uno de los sentimientos más horrendos y tenebrosos del ser humano….
............................................................................
VIVO SIN
VIVIR EN MÍ
............................................................................
Tras unos
duros años de subsistencia jugueteando seguro con tus padres, tutores y tus
primeras amistades entre los tenebrosos, retorcidos y adictivos recovecos de
las dos puertas, muy impregnado de la primera y gozando de su peste en la
segunda, salgas de ellas como animal de presa vacío, muy lleno de nada, con
ganas de ser otra persona que llene tu triste y sucia ausencia y entonces
buscas a tu presa, al incauto, al diferente, al débil, seguramente verás como
rebosan vida, bondad, amor y necesitas esos sentimientos puros para llenarte,
para curar tus heridas… Y entonces ese ser se convertirá en tu obsesión, en tu
segunda anhelada morada, en tu sueño más amado, en una terrible pesadilla y te
pondrás al acecho y le atacarás una y mil veces, quiero ser como tú y
pensarás: “imbécil” y el imbécil resulta que eres tú, quiero ser como tú y
llenarme de tu magia y tu solo tienes efímeras pócimas, quiero ser como tú y
llega un momento que dejas de vivir en ti y pasas a levitar en
un extraño limbo entre millones de almas desgraciadas que buscan
desesperadamente sus vidas en la de otros, sin saber que sus vidas las han
dejado tras sus propias puertas…
Y los que se
dan cuentan vuelven de tal oscuro lugar a sí mismos a descansar y allí en los
resquicios de su alma se encuentran moribundos a todos aquellos que les
inyectaron el mal, se encuentran el alma de las personas que les atacaron, ¡sus
padres!, ¡su familia!, ¡sus amigos! y eso te desangra mas, no te dieron amor,
te dieron odio y allí tirados, heridos, llenos de envidia, intentando que seas
como ellos, unos desgraciados, tapándote tu tercera puerta para que no te
despojes de tu armadura fétida, y solo unos pocos espantan sus males y logran
entrar tras la tercera puerta en su parte pura de la razón y se
cierran y logran curar sus heridas, pero estos son muy pocos, muy pocos héroes
vuelven de las batallas perdidas…
Y ahí sigues
tú buscando presas con que saciarte, pero lo que no sabes es que por cada alma
que engulles no te llenas, aumentas tu vacío.
ENVIDIOSO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No repares en comentar, que por decir que no quede tu disconformidad o tu adhesión inquebrantable, el no exponer este espacio quedará simplemente vacío, como un voto en blanco...