Alfandega, GNR de botas impolutas, gorra verde, ojos
negros, sol a media altura, el naranja cobrizo tan único y portugués del
atardecer, paisajes distintos árboles de “cortiza”… Elvas y su “pousada”,
ambiente húmedo, acogedor, ese bar de media esquina ese Porto seco, “bacalhao a
brass”, manos de cerdo “molotov”, pastelería celestial, habitaciones austeras
de blanco impoluto, camas que abrazan y el amanecer luminoso, invade el cuarto
a través de la ventana, bello, mágico...
Acueducto, después
vil carretera, canteras de Mármol Portugués, tráfico intenso atravesando
los pueblos, gente mayor, gente curtida sentados a la vera del camino en
pequeñas sillas sobre adoquines blancos, sobre adoquines negros, cien veces he
pasado y allí siempre han estado… Día de mercado, muchedumbre, puestos de
comida, mujeres cargadas invaden el camino como si nada pasara.
Piedra que divide la tierra en pequeñas parcelas,
“Licor Beirao” escrito con cal en sitios imposibles y peculiares, pinos,
eucaliptos, olor intenso y la mala carretera, conductores temerarios y de
repente cruce extraño en medio de un pequeño bosque de eucaliptos, dos
soberbias señales de piedra maciza en ambas letras negras hendidas con un texto
simple y limpio “Lisboa”, bifurcación de caminos la misma distancia por distintos
lugares y siempre la misma incógnita, ¿por dónde iríamos al mismo sitio?
Si vas por la
izquierda el gran puente te abraza, gran vía moderna, ambiente marino y el olor a mar, eres gaviota
y entras por el cielo a esa bella ciudad de casas de colores, en ningún sitio
del mundo puede haber una entrada igual, ni recibimiento tan magistral.
Si vas por la derecha el “Gado Bravo” te esperaba,
salón con gran chimenea, almuerzo portugués con paté, aceitunas y queso en
medio de la mesa, “canja”, “caldo verde”, “porco alentejana” y de beber botella redonda sabor único “Laranjina” “C”,
camareros de blanco…
Continuamos el
viaje y el primero de los puentes que atravesó el “Tejo”, peaje austero con
hombre ausente que te cobra “Escudos” en monedas el paso a otras orillas,
autovía extraña, rodeada de vida, rodeada de anarquía, casas por allí y por
aquí sin orden ni concierto, fábricas, tráfico intenso, puentes, casas, coches,
río, humedad en el ambiente y al fondo Lisboa, su aeropuerto y el acceso
directo a la “Praça” de Londres… mi segunda casa…
Que ganas tengo siempre de recordarte…
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