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Vladimir Dunjic - Gata |
Soñaba
dormido que estaba despierto,
la noche en
silencio cubría mis sueños,
el negro
vacío de mi subconsciente,
navego en
mi mente, el gran laberinto,
y algo allá
a lo lejos comenzó a turbarme,
sonidos
extraños, sonidos agudos,
sirenas
cantando su triste condena,
mujeres
llorando por largas ausencias,
penar de
penas, llorar gritando,
dolor
eterno de almas sin cuerpo
y mis
sueños se van mezclando
y voy
cogiendo consciencia,
todo está
oscuro,
abrazado
por la humeda bruma.
Silencio,
la noche callada.
entonces
oigo gritos y despierto,
son gatas
en celo, gatas maullando,
quedo tranquilo,
abro mis ojos,
todo ha
sido un sueño
y en el
silencio oigo mi nombre,
y el miedo
me invade,
salgo al
balcón y en medio de la calle
allí está mirándome,
sus grandes
ojos me observan,
me vigilan,
me espían,
entonces de
nuevo grita mi nombre
y una frase
inteligible le acompaña:
“¡déjalo ya!,
déjalo ya!”,
sus palabras
me atraviesan
como hierro candente.
Si realmente
estoy despierto,
quiero volver
a estar dormido,
que es
mejor la ensoñación
que la
tortura que estoy sufriendo,
poco a poco
se van sumando más voces,
mi inconsciente
herido de muerte,
mi consciencia
sangrando
y la gata me mira y sigue gritando:
“¡quiero marchar,
déjame ir!”,
miro a los
lados y son varias voces,
tal vez
tres o cuatro, tal vez cientos,
todos dormidos
y yo despierto que observo
que miles
de gatos invaden la calle,
el suelo se
convierte en masa
moviéndose como mar bravo
y la brisa
me obliga a sujetarme
y allá en
medio de la calle la gata me mira
e hiere de nuevo mi alma
repitiendo una
y otra vez:
“¡el pasado
es mío, el futuro tuyo!”.
Una arcada
del alma me hace gritar
¡y te llamo
desconsoladamente!
¡Y todos
los gatos también
comienzan a
maullar tu nombre!
Mis lágrimas caen lentamente
y cuando la
primera llega al suelo,
todo cambia
y vuelve la realidad
todo en
calma, la calle vacía,
ni un
ruido, ni un nada,
el dolor ya
no está, se ha ido,
vuelvo a la
cama, me tapo y la miro,
allí está
ella, pura belleza
abre sus ojos y me mira
sus labios
me lanzan un beso,
entonces la
gata grita de nuevo mi nombre…
Solo en la
cama, por primera vez tranquilo,
cierro los
ojos
despierto soñando
que estaba contigo
y las gatas
de nuevo maullando,
gritos que
se convierten en cantos
música del
cielo,
nereidas,
sirenas y musas
rompen sus
cadenas,
que mi puro
egoísmo creó
que las tenía
a mí atada,
marchan con
ella cantando.
Y la gata
baja la vista
y en
sepulcral silencio
desparece en
la noche,
queda todo
tranquilo.
Y a los
pies de mi cama
mi gata
dormida
¡mi amor!
como a ti
te gustaba…