LA CARRETERA

Voraz lengua negra que todo lo recorres, estas ahí, inerte para calzar el caucho sobre tu superficie, para transportarnos por tu áspera piel, para quedarnos hipnotizados de tu blanca e intermitente señal.

 

Amor libre pues tú eres el camino, amor de meditación y contemplación pues tu monotonía hace que mi cerebro imagine sin sentido al son del caprichoso recorrido, en tu territorio soy libre y poeta del tiempo.

 

Mañanas de invierno frías y ahí estas tu, inerte, soltando una leve neblina del calor de tus entrañas adentrándote en la niebla, sin miedo y yo persiguiéndote tal juego del escondite, quitando las cortinas que son nubes, buscando el gélido camino que me guíe a mi destino.

 

Tardes de sofocante calor, el negro te hace potente y el calor que acumulas es fuego e infierno y ahí continúas tú, atravesando desiertos, recta, erguida, orgullosa, acaricio tu calor y agradezco que seas mi destino huyendo del tórrido sol.

 

Noches oscuras donde como cazador te escondes en el negro más absoluto, tan solo tus motas blancas hacen que sepamos de tu caprichoso andar, aquí tu eres la protagonista ya que has engullido todo a tu alrededor en torno a tu estrecho sendero y pasas a ser la protagonista cuando no hay luz, vampírica eres.

 

Yo te amo y encima de ti vuelo, observo tus puntos de referencia y mentalmente me guardo algunos en mi retina y cuando paso por ellos los observo y veo que me ven pasar, están ahí imperturbables, denostados e ignorados, pero yo sé que montan guardia cual compuerta de río, para ellos somos su fluido que da sentido a su existencia.

 

Finalizo con los caídos en tus brazos, miles de almas que siguen su destino dentro del tuyo, que ponen un punto y final a sus andares en tu camino y las cunetas se llenan de almas buenas, de caminos al cielo, de amor derrochado, noto su presencia, algo queda de ellos.

 

 Son miles de kilómetros recorridos, miles de pensamientos cruzados, miles de historias sentidas, la carretera mi segundo hogar.