BARCELONA

Puerta de entrada vigilada por los ausentes  que desde su reposo eterno observan al sol del amanecer la entrada a la gran urbe. Autopista que roza la montaña sobre espacio robado al mar.

Grandes avenidas,  ciudad al cuadro, laberinto simple lleno de salidas y entradas,  edificios señoriales, construcciones detallistas, gusto por lo bello, aquí nada es simple, siempre hay algo fino, elegante, con gusto que te perturba, ese balcón, esa ventana, ese portal...

Ciudad antigua, calles estrechas, gárgolas que observan,  piedra desnuda,  edificios con solera, balcones pequeños de bello enrejado, poca luz que rebosa de vida, no pierdas tu esencia, mantén la lucha por ser tu misma.

Y un comercio con solera  muchos de antaño que guardan en sus paredes  la esencia de su historia y aguantan como pueden la presión de los de fuera, la presión de lo nuevo, puntales de lo que debe ser  para mantener su identidad, comercio que mima el producto, que quiere al cliente.

Gentes genuinas que gozan de libertad  y hablan por los cuatro costados como les da la gana, como les apetece, una mezcolanza única que da una potencia poética a sus habitantes jamás vista,  mezclan y remezclan  ideas, idiomas, poesía y verso,  sin orden ni concierto a veces romance a veces un galimatías, es algo que llevan muy dentro de sí, son formas de pensar, de actuar,  es algo especial, hay que vivirlo, hay que respetarlo.

Paisajes únicos de piedras mágicas de gastronomía contundente, especiada,  de sonrisas amables, acogedores, educados, te he vivido unos días y es como si hubiese estado toda mi vida.

Esta es Barcelona, donde arriba es abajo,  banderas al viento  de la libertad absoluta de ser quien eres,  de tu inmensa mezcla que te enriquece has creado tu esencia pura siendo ésta tu única bandera que te hace grande.