domingo, 10 de mayo de 2020

ADIÓS CRISÁLIDA

Jonny Briggs - despedida

Puerta cerrada no entran moscas, puerta cerrada no entran moscas y esa mirilla engalanada para no ver a nadie, pues a nada ni a nade quería observar, tan solo quería sobrevivir, no morir estúpidamente, así que pasaba los días paseando por el pasillo, del dormitorio al baño, del baño a la cocina, de la cocina al salón, todas las múltiples variantes posibles se sucedían una detrás de la otra, siempre intercalando con un breve mirar por el periscopio imaginario que daba a un estrecho pasillo de la escalera, esa mirilla sucia por la que solo se veía el rellano de una triste escalera.

Pronto comenzó a pasear por los techos del pasillo, allí se postraba en un rincón y observaba desde arriba los suelos de viejo azulejo que tantas veces había pisado, desde la perspectiva contraria parecía una araña inmóvil a la espera de una mosca negra y carnosa para envolverla en los finos hilos de un aburrimiento que le atormentaba, así mas tarde dentro del infinito tiempo de agonía de un encierro absurdo poder deleitarse de ese preciado manjar, comerse esa decena de ojos verdes fluorescentes, las ocho delicadas patitas y ese cuerpo repleto de pelos negros que limpiarían su aburrida conciencia.

Las ventanas daban todas a tristes y angostos patios interiores, sin apenas luz ni nada que ver, de vez en cuando sacaba la cabeza y observaba allá arriba el cielo azul y la luz natural que apenas penetraba por el pozo donde se encontraba, si miraba hacia abajo, siempre era la misma instantánea, nada, el vacío, miles de viejos ladrillos, entonces siempre venían a su cabeza los mismos pensamientos, “alguien en algún momento dado en un pasado estuvo allí abajo e hizo este agujero lúgubre, esta mazmorra de terracota, esa hormiga ya fallecida inexistente e irrelevante había creado una distracción futura a un náufrago que deliraba”.

La única representación que le entretenía parecía ser un pequeño televisor de rayos catódicos en blanco y negro, desde ese ojo impertinente se informaba de nada, pues los mensajes que recibía eran contradictorios, obscenos, tal vez porque le daba todo igual, ya nada tenía que perder pues nada le quedaba, el aislamiento le había separado de el mismo y de la realidad, ya no le quedaba resquicio donde agarrarse, comenzaba lentamente a ser una víctima mas del último entreacto de su vida, todo ello en el teatro montado para la representación. Un solitario yo.

Y comenzó a sentir que su cuerpo desprendía calor, que el cansancio se apoderaba de él como una maldición, que tenía la necesidad de dormir despierto, envuelto en un sudor frío que le hacía tiritar, estando su cuerpo caliente como las brasas del infierno y todo esto con una sensación tremebunda de estar asfixiándose, de no tener oxígeno, de nadar hacia una supuesta superficie donde llenar sus pulmones de un viento helado, que le hiciese salir de esa pesadilla en la que se encontraba inmerso, se sentía atado, atrapado por finos hilos que él mismo estaba creando con el único fin de defenderse de algo extraño, su propia protección le estaba asfixiando, era su propia trampa.

Y el milagro de la metamorfosis se produjo, todo aquello que le presionaba, todo su claustrofóbico y diminuto mundo desapareció, todo había sido una pesadilla muy real, cuando el capullo donde estaba confinado se rompió, tubos, cables, bolsas, acabaron tirados por el suelo, se levantó de la cama, se acercó a la ventana de la habitación y extendiendo sus alas, buscó el aire fresco y su ansiada libertad que le había sido arrebatada vilmente y con dos suaves besos se despidió de los suyos, volando locamente.

Y alguien cantó una oda de las crisálidas rotas en ese aciago día, pero no dijo nada de las hermosas mariposas que surcan el cielo…

La poesía de este relato de lucha y libertad había muerto en manos de cuadriculados burócratas.


2 comentarios:

  1. Eres el sucesor de Kafka . Me ha gustado tu metamorfosis . Un saludo artista .

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  2. Este virus si no nos mata, nos va a convertir en otra cosa y eso me da miedo y se incorpora a mis pesadillas...

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