Llevo setenta y cinco días
dentro de un confesionario,
es inmenso y frío
sin nadie más que uno mismo,
vacío de fe y sentimientos
sin padre que oiga mi confesión
sin jueces, santos ni abogados,
sin Dios que pueda perdonarme,
sin castigo, ni infierno
ni tan siquiera Satanás.
Y no paro de darle vueltas
al círculo de la vida
buscando los errores cometidos,
buscando decisiones
verdugos inocentes,
ajusticiados culpables
dando importancia
a lo que no la tiene
quitándole peso
a lo que lo tiene,
flagelándome sin látigo
curando lo no herido
pues todo sigue dando vueltas
y ya todo ha pasado
y nada es importante.
Y sigo encerrado en mi trampa
en este absurdo confesionario
fuera de cualquier iglesia
esperando a que llegue una cura
que me deje salir de dentro
de este laberinto absurdo
llamado confinamiento.
Precioso . Pura poesía . Me ha gustado mucho .
ResponderEliminargracias amigo, es lo sentido en estas fechas tan difíciles....
Eliminar