Dedo corazón
dejadme alzarlo
mientras aprieto
el resto de ellos,
lo miro esbelto
cual desnudo tronco
señalando al cielo
faltándome al respeto,
expresa sentimiento
sincero y solitario
a mis experiencias
al pasar del puto tiempo,
en primer lugar, hacia mí,
hacia su genuino dueño
por no haberte nunca visto
ni sentirme por ti señalado.
Peineta,
a la infancia sin limites
sin barreras ni normas,
abrazos ausentes,
monstruo que se crea solo,
árbol de tronco torcido
lágrimas de savia al suelo.
Peineta,
a los pequeños dictadores enanos
que comen carne cruda de otros,
colmillos llenos de sangre,
que limpiaban con esmero sus padres
cadáveres a miles en el patio,
heridas guerra que nunca cierran.
Peineta,
a los adolescentes que se lo creen todo
que sin saber de nada luchan contra ellos mismos,
abanderados de estúpidas causas justas,
revolucionarios que van a cambiar el mundo,
saltando con energía de sus trincheras,
la realidad, francotirador certero los mata,
los resucita en adultos, idiotas, los que se libran.
Peineta,
cruda juventud, con el equipo listo,
a los nervios del inicio, al disparo de salida,
a salir corriendo, corazón en un puño,
sin saber la distancia ni el recorrido,
pesada es su mochila llena de miedos,
sin nunca jamás saber dónde está la meta.
Peineta,
a las edades intermedias, ni arriba, ni abajo,
en medio de un campo de minas
donde se duerme despierto
donde labramos pasiones y vida,
nos caemos y nos levantamos,
apuñalamos y nos apuñalan
campo de batalla a veces real,
otras mentira.
Peineta,
a los que se fueron primero del juego
por dejarnos solos, haciéndonos más livianos, ligeros,
haciéndonos correr despavoridos, tristes, con miedo,
a los amantes y amigos que dejaron de serlo
paradoja del juego, nunca estuvieron en nuestro equipo.
Peineta,
a la decadencia que está en ciernes
bruma que se acerca allá a lo lejos,
más lejos está el principio
y más cerca está el inicio,
disfrutemos pues como he dicho
no se sabe dónde está la meta.
Historia de un dedo afilado
que me ha llenado de cortes y también ha cortado
y lleno de sangre por todos los costados digo,
¡soy sexagésimo peineta!,
¡enhorabuena hasta aquí he llegado!
y con fuerza y esmero me clavo en mi cabeza
una peineta negra símbolo de riguroso luto
pues da igual todo, conclusión surrealista,
no hay picos más altos, cada uno tiene el suyo,
no se trata de llegar al sol o llegar primero,
lo importante es disfrutar del ascenso
seguir subiendo hasta tu punto álgido,
desde donde ver el recorrido,
ahí está el sentido,
allá en lo más alto es de donde hemos partido,
que era realmente el final del inicio,
Peineta
clavada en el frio suelo,
grabada con nuestro nombre.


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