El pequeño hombre se convence a diario de todo lo que
sabe, todas las mañanas se repite a si mismo todas las ideas aprendidas,
preconcebidas, adoctrinadas se lo dice una y otra vez hasta que acaba
creyéndoselas, es tal la pericia que adquiere que tarda menos en esta tarea que
en peinarse, se mira al espejo situado dentro de su segunda puerta y ve como su
imagen reflejada expulsa de su reflejo sus dudas, sus miedos, sus sentimientos
libres, tal vez su yo real de la imagen, esto le da un gusto muy profundo, es
capaz de dominar a su yo profundo… (Que por cierto es indomable)
Y sale al mundo el hombre grande, por delante a
adoctrinar a todos los mortales, a dictar sentencias a opinar de todo, y por
detrás el hombre pequeño, detrás del espejo que no se le vea detrás de sus
ideas que son opacas…
Y se sienta delante de ti y empieza a vomitar como
volcán ideas lava y tú que no llevas el alma ignífuga empiezas a sentirte mal,
te estás quemando por dentro y por respeto al prójimo, por no ofender, por no
querer sacar tu tan denostado “yo” guerrero, dejas que un pequeño hombre a ti
que eres grande cultive en tu lado oscuro
tras tu primera puerta sus plantas parasitarias que luego tanto te van a costar
sacar de ti.
Y continua hablando sarcásticamente hacia un estadio vacío porque nadie ya le escucha, unos porque se han chamuscado, otros porque
han aprendido a dejar su físico en modo escucha mientras que realmente no están
allí y otros, los menos, se dedicarán a la lucha contra la ignorancia y el mal,
pero como he dicho antes son los menos, porque para eso hay que luchar y eso requiere
un esfuerzo, que lo hagan otros…
Pero esta historia no va sobre el pequeño hombre, va
sobre ti, que tanto te quejas, va sobre ti que cuando vuelves a tu cuerpo
vilipendiado quieres regalar amablemente lo que han plantado en tu yo y no te
gusta, va sobre esa armadura impoluta sin utilizar que guardas en valiosa
vitrina de cristal en tu segunda puerta, de esa espada de acero reluciente que
no usas. Va sobre ti que te dejas quemar y ahora quieres que yo arregle tu
desidia personal, quieres que acabe escaldado de tu inacción, quieres verme
como tú.
Y ahí estamos,
en medio de la gran batalla naval, viendo como pequeños botes de mil cañones
hunden a galeones que parecen pequeños botes, unos que intentan que te hundas
desde arriba y otros que se están hundiendo y tiran para que tú también te
hundas con ellos.
Mi consejo es que despliegues tus velas del hermoso
velero que es tu ser y te dirijas a alta mar, solitario, ya te encontrarás con
otros veleros que merezcan la pena, aunque el océano sea inmenso siempre te
encuentras con alguien, incluso si tienes suerte te puedes encontrar a ti
mismo…
…y el pequeño
gran galeón no se percatará de tu ausencia porque andará hundiendo vidas a
infelices que se dejen hundir y el gran bote que se hunde se buscará otro
infeliz para hundirse junto a él…
…y el círculo vicioso seguirá en marcha y tú como intrépido
aventurero deberás aprender a pasar por medio de todas las pequeñas grandes
tormentas que te encuentres a lo largo de tu vida, sin que te afecte, siendo un
ser libre… escucha
LA LIBERTAD PERSONAL NO TIENE PRECIO, LUCHA POR ELLA
El martes 17 exploraremos los miedos del hombre y de
cómo explicar lo simple en algo divino y sobre natural, simplemente...
“la ignorancia es Divina”
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