LLUVIA

Llovía.

Y allí estaba el gran León relamiendo sus heridas.

Llovía

Desde lo alto del cielo miraba hacia abajo, no podía volar y no entendía nada

Llovía

Estaba vacío, su gran interior como mina explotada quedó sin nada y eso dolía.

Y anduvo por su camino, lo había logrado, sus metas las había ganado, una a una, poco a poco sembraba el conocimiento que con mimo había macerado en su interior, sus inquietudes volaban y él las ofrecía, las regalaba, era legal y bueno, presa fácil…

Ojos que rondan su presa y ven tus debilidades, que encuentran la puerta trasera e invaden tu intimidad, surcan tus mares con quilla de acero que desgarran tus muros como tijera en trapo, y tu sentado viendo el albero como mata al toro y las gradas llenas de pañuelos que se te ofrecen para que te seques las lágrimas y recuerda, llovía.

Y de tanta pasión desbordada, tanto dar y nada recibir, días de amor por siglos de angustia recibes de regalo algo a lo que quieres y amas, hilos de seda, maromas que atan, has de soltar amarre y no quieres, lo amas. Recuerdas con pasión como jugabas entre nubes y flotabais, allá al fondo tormenta, nubes negras que amenazaban, pero vosotros felices, mucha complicidad, por eso no quieres abandonar puerto y eso te mata.

Y un día viste la luz que te abrazaba, sentiste su calor que abrieron tus heridas te miraste asustado no eres León eres humano, por eso estas en tierra, asustado. Despliega ya tus hermosas alas y sal volando, planea en tu interior vacía tu morada, huye luchando, sin derramar sangre, sin batallas sin sentido, sin pistolas ni armas, sin estoque ni corrida, simplemente sigue tu camino…

Y llovía.

Dos amigos hablando de la vida.

Y llovía.

Y el sol luchaba por salir.

Y llovía

Limpiando sus heridas…

                                                                                                                                            A Kiko