jueves, 5 de mayo de 2016

LA MECEDORA Y LA ESQUINA – EL VIAJE A NINGUNA PARTE



La vieja mecedora siempre ha estado a la vera de la descuidada puerta, pudiera ser que estuviera antes que la puerta, que estuviera antes que el edificio al que da acceso, pudiera ser que toda la ciudad se construyese alrededor de la silla, centro de nuestra historia, donde todos los días se sienta un ser extraño a ver, a pensar, a recapacitar, a observar lo absurdo, cosas que no haría pero que le inspiran.

 Ya por la mañana ve pasar desde su mecedora gente en dirección a la esquina, en inverno con un frío helador, en otoño lloviendo a mares, en verano con un calor insoportable, en primavera con las bellas golondrinas, con un cielo maravilloso azul y la gente siempre pasa despacio melancólica viéndolo todo como si nunca hubieran visto nada, haciendo fotos inexplicables a un balcón, a la calle, y nadie se fija en la mal cuidada mecedora, todos van como en procesión absurda con una única obsesión doblar la esquina. Y al poco ese mismo grupo vuelve por el mismo camino deprisa corriendo, ya han satisfecho su iris, pocos comentan lo visto y ese ser curioso observa desde la chirriante mecedora, todos van deprisa y vuelven a echar las mismas fotos, unos en imitación a los que las hicieron al principio, otros por segunda vez porque ven la vida a través del visor de su cámara y realmente no ven nada.

Muchos no saben ni a donde van ni les importa, huyen despavoridos de su alma, pero vayan donde vayan siempre acaban encontrando lo mismo sin verlo, y allí se quedaran impávidos echándose fotos detrás de la esquina, satisfaciendo esa rara sensación de creer que estas lejos de tu persona, cuando lo tienes enfrente disfrazado…

…y pasarás delante de ese extraño ser y de su vaivén monótono, compulsivamente repetitivo y una vez más, como siempre los ignorarás, y haya donde vayas por lejos que esté el lugar allí estarás tu, sentado en tu mecedora viéndote pasar, como ser extraño, harto de tanta huida, harto de no reconocerte…

…Y el imponente monumento de siglos de antigüedad seguirá esperando tras la esquina a que cientos de almas de todos los rincones del mundo peregrinen a verlo, esplendoroso como siempre mostrará toda su fuerza visual y el viajero impresionado se irá con su alma desnuda, tal como vino, sin nada, cuando realmente lo importante estaba del otro lado de la esquina, sentado en la modesta mecedora de viejo roble…

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