Gusano hediondo que estás en las almas, que resides en
nuestro pensamiento sin carne ni materia, sin nombre conocido ni por conocer,
que vives en lo más profundo de nuestra conciencia, que haces y deshaces dejándonos
sin voluntad, que nos haces débiles en los momentos que te place, déjanos en
paz.
Vives dentro de nos y eres uno más de nuestra casa y
no podemos echar a uno de los pilares que sustenta nuestro ser aunque esté
podrido, por eso hemos de ser fuertes y no luchar contra él como si lucháramos
contra nosotros mismos, tan solo hemos de apaciguarlo y que viva tranquilo, sin
molestar, vigilado y cuando cerremos nuestro ciclo de vida el gusano quedará en
el cuerpo y nuestra alma será libre.
Y todos aquellos
que hayan perturbado la vil influencia,
su alma quedará presa en cuerpo y se
pudrirá con él y no irá a ningún sitio más allá de su triste lecho de muerte…
Por los siglos de los siglos.
Amén
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