lunes, 31 de octubre de 2016

PAYASO DIABOLICO



David  se miraba al espejo mientras una lágrima caía de su ojo izquierdo –el circo ya no es lo que era- le había dicho su padre pocos días antes de fallecer, su padre como él había sido payaso, sus tíos habían sido payasos, sus abuelos habían sido payasos y la tradición familiar acababa abruptamente en David, las taquillas ya no eran las de antaño, los gustos habían deteriorado hacia lo virtual, los animales espectáculo  común y que atraía a masas ahora estaban  mal vistos, trapecistas, malabaristas, hombre cañón  ya no despertaban apenas interés, en definitiva, su última representación acababa de finalizar,  la tradición de los Tonntetti  pasaba en ese momento a un vago recuerdo en algún cartel antiguo, en su último scketch  se había puesto una pistola en la sien y al disparar  por el lado opuesto había aparecido una banderita con un “pang” escrito, los niños rieron, suicidio cómico, fin de la función.

Noche cerrada, salió de su caravana sin cambiarse, cogió el camino de tierra que llevaba al mar, a los acantilados donde las olas rompían ferozmente. En su mente recuerdos de una infancia feliz, de mucho amor en la familia del circo, de éxitos en todas las ciudades donde actuaban, ¿y ahora qué?, un ambiente muy deteriorado entre la familia del circo, apenas había público, una vida de necesidades y sacrificios, un ver marchar a compañeros por muerte, cansancio y desánimo. En definitiva, la vida ya no tenía sentido para alguien que había sido siempre un payaso y no sabía hacer otra cosa.

Rubén era un friqui, era la noche Halloween y este año iba a ser la bomba, había visto en internet y en la televisión la moda de los payasos macabros y él no iba a ser menos, le pareció una idea genial, si lo hacía bien podría conseguir miles de seguidores en Youtube y con algo de suerte podría salir hasta en el telediario, ya había  visto noticias con payasos en España, él iba a ser la sensación. Se caracterizó perfectamente, su dinero se había gastado, le dio un aire gracioso pero a la vez muy tétrico, desde luego quien lo viese se iba a quedar helado…

David andaba lentamente algo torpe por los zapatones y con cuidado porque el camino hacía pendiente, a lo lejos vio la única farola que había en la carretera que iba paralela a la costa y que alumbraba una pequeña central de luz y una antigua cabina de teléfono abandonada y mugrienta, según se acercaba le pareció ver algo o a alguien, realmente le daba igual, solo quería llegar al acantilado y acabar con todo.

Le quedaban apenas unos pocos metros para llegar bajo el haz de luz de la farola cuando de repente detrás de la cabina salió un payaso, tenía una sonrisa macabra, los ojos negros excesivamente maquillados, el traje azul desaliñado y sucio como con sangre y con un hacha en una de sus manos, no entendía nada de lo que estaba viendo.

A Rubén le pareció un sitio perfecto para asustar a alguien, sabía que en esa zona pasaba un constante goteo de jóvenes a hacer botellona a una casa abandonada cerca del mar y esperó, se puso algo nervioso pues tardó en llegar la primera víctima, oyó sus pasos y cuando calculó que estaba cerca saltó y se posicionó frente a él.

Quedó estupefacto al ver otro payaso, le llamó la atención pues este no daba miedo, es más hacía hasta gracia.

Y allí se quedaron ambos inmóviles, mirándose, sin moverse, durante unos pocos minutos.

Entonces Rubén levantó el hacha y comenzó a correr hacia David gritando como un poseso, a él no le asustaba nadie, era la broma del siglo, el payaso bueno se iba a cagar en los pantalones y si no se movía mejor, había instalado una cámara que haría el enfoque perfecto.

David no entendió nada, por su mente confusa habían pasado miles de pensamientos malos, estaba a punto de despedirse de todo  y de la nada había salido un payaso malo,  la poca luz y su confusión mental  le dejó de piedra, ¡era su lado oscuro que venía a pedirle cuentas! ,¡su lado oscuro venía a asesinarle!,  quedó inmóvil, pensativo.

Rubén según se acercaba empezó a sentir pánico, el payaso bueno no se movía y se estaba acercando cada vez más, el hacha era de cartón, no tenía opciones de defenderse en caso de ataque y entonces David extendió los brazos y en una de las manos apareció una pistola, “pamm” resonó en medio de la nada, Rubén se paró en seco y un agujero en medio de su frente comenzó a sangrar abundantemente, hincó sus rodillas en la tierra y cayó fulminado al suelo, la gilipollez humana se había cobrado otra víctima.

David sonrió, tiró la pistola al suelo y continuó su camino pensativo, había fulminado al payaso malo que tenía dentro de él, se le había presentado para matarle y evitar la muerte de ambos en el suicidio así su otro yo podría ocupar su lugar en la tierra, ¡ingenuo!

David era feliz por fin toda huella suya desaparecería de la faz de la tierra y sin miedo con el corazón lleno de amor hacia los niños se tiró por el acantilado al bravo mar de invierno en busca de su último aplauso.

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